Puede que la fecha pase
desapercibida, como la de otras tantas elecciones autonómicas y locales, o que
quede en la memoria colectiva, para bien o para mal, durante muchos años, como
sucediera con aquellas elecciones municipales del 12 de abril de 1931, que
determinaron el advenimiento de la Segunda República Española. En efecto, si en
aquellos momentos las expectativas desbordaron todas las previsiones, las
elecciones autonómicas y locales que se están celebrando hoy nada tienen que
envidiarle al respecto. Como entonces se ha hablado de acabar con la vieja
forma de hacer política, de la necesidad de un cambio sustancial, de una
especie de pulso entre la nueva política y la vieja política que medirán sus
fuerzas en las urnas, de un nuevo ciclo político que se inicia hoy dominado por
los pactos, del fin del bipartidismo tradicional, de si decidirán los jóvenes o
los viejos como si fueran ajenos a una misma sociedad… en fin, de tantas y
tantas especulaciones que, al final, puede que quede el asunto reducido a nada
o puede que tras ellas se dé una verdadera revolución (en el sentido de cambio
radical) que ponga todo patas arriba. Pocas horas quedan para saberlo. Lo
cierto es que 35.104.986 ciudadanos, casi ocho millones de ellos todavía
indecisos, están llamados a las urnas para decidir el futuro gobierno de 13
autonomías y de 8.122 municipios, en los comicios más inciertos y,
probablemente, más trascendentales desde que se consolidara aquella transición
ejemplar (hoy puesta en cuestión por algunos) de tránsito sensato y pacífico de
una dictadura a una democracia homologable con las más rancias democracias
europeas. No sé si serán los mayores de 44 años (su voto representa el 62´7%
del censo) quienes decidan hoy el futuro de España, ni si serán finalmente los
indecisos quienes, acudiendo en masa, den un vuelco a las previsiones, ni si ... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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