En democracia cabe cualquier iniciativa
política por pintoresca, utópica o absurda que sea o parezca. De hecho, si
analizamos una por una todas las opciones que se ofertan o se han ofertado a
los ciudadanos en las distintas campañas electorales, no sólo en España sino en
el resto de países democráticos, observaremos que las hay para todos los gustos.
Valga de ejemplo que partidos como, entre otros muchos por el estilo, “El
Partido Pirata”, “La Sandía con tres Avances” o “Ciudadanos Agobiados y
Cabreados” están inscritos en el registro y han concurrido a elecciones con
mayor o menor éxito e interés mediático. Asimismo determinados líderes políticos,
más o menos fugaces, han sorprendido con pintorescas trayectorias políticas
como, por ejemplo, la Cicciolina, Ruiz Mateos o Beppe Grillo, quienes, entre
otros muchos, simplemente aprovecharon el tirón mediático por razones personales,
profesionales o coyunturales para dar el salto a la política. Por tanto, nada
que objetar al respecto. Al fin y al cabo son los ciudadanos quienes eligen,
como debe ser, y cada uno tendrá sus propias razones a la hora de emitir su
voto, al margen de si la opción elegida es creíble y viable o si es un proyecto
serio de gobierno o una determinada ocurrencia o reivindicación sensata. En
definitiva, por absurdas que sean las ofertas o estrafalarios sus mentores,
unas y otros caben dentro del juego político democrático. Durante la correspondiente
campaña electoral hay tiempo para desenmascarar la conveniencia o no de las
distintas opciones, con el fin de que los electores voten con conocimiento de
causa. Y, tras ello, a acatar los resultados. Cualquier propuesta, por
disparatada que sea, es digna de tomarse en serio y merecedora de la pertinente
crítica. Lo indigno y rechazable son las ... (sigue leyendo en Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/)
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