Los sangrientos sucesos en París han
desatado, como era previsible, un falso debate político, el de siempre, entre “libertad
o seguridad”, cuando el verdadero debate, el necesario y urgente, debiera ser
el de “libertad y seguridad”. Sólo intereses espurios justifican la disyuntiva
en el binomio libertad-seguridad, formado por dos conceptos esenciales en
términos democráticos, pues es imposible, por razones obvias, que, sin
seguridad, haya libertad, ya que, no en abstracto sino en concreto, no se
podrían ejercer las libertades reconocidas, tanto las individuales como las
colectivas, cuyo ejercicio quedaría al arbitrio caprichoso de los más fuertes,
de los más poderosos. Es obvio que puede haber seguridad sin libertad, como
sucede en algunos estados dictatoriales, pero jamás libertad sin seguridad,
como sucede en todos los estados democráticos consolidados. Una seguridad, democráticamente
establecida dentro de un marco legal adecuado, precisamente como garantía de
las libertades ciudadanas que en él se recogen. Por tanto quienes se empeñan en
cambiar la copulativa por la disyuntiva en el binomio libertad-seguridad se
colocan en el terreno de la demagogia sin interés alguno por defender la
libertad, lo que sólo puede explicarse desde la ignorancia o desde el miope
objetivo de obtener una rentabilidad política partidaria mediante sofismas que
caerían por su propio peso ante la más mínima reflexión razonada al respecto.
Por tanto, el debate sólo tiene sentido estrictamente cómo búsqueda de un
equilibrio satisfactorio entre los términos libertad y seguridad,
complementarios y no antagónicos, que, obviamente, al no ser objetivo, pues
cada uno puede entender dicho equilibrio de forma distinta, habrá que buscar... (sigue leyendo en Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/)
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