Algo especial debe tener el bipartidismo
(hegemonía manifiesta de dos partidos que, frente al resto, se alternan en el
gobierno) cuando sus protagonistas (en España el PP y el PSOE) reivindican su
valor, mientras que los demás partidos, que quedan fuera de él por decisión de
los ciudadanos, lo critican rabiosamente pero sólo con el objetivo no de
destruirlo sino de formar parte del mismo, pues ninguno reivindica un
multipartidismo protagonista para atomizar las Cámaras Legislativas y generar
un ambiente, si no ingobernable, de difícil gobernabilidad. Y es que, en
democracia, la alternancia política tiene un valor en sí misma, como garantía
de continuidad del sistema frente a la probable anarquía que se presume en un
panorama de ingobernabilidad. Por eso el bipartidismo es malo, hasta que se
forma parte de él. Por eso nadie se conforma con vocación minoritaria y todos
los partidos reivindican que su objetivo es ganar las elecciones, cuestión
distinta es que los ciudadanos, por mayoría, confíen en sus proyectos.
Seguramente por ello, tanto el PP como el PSOE, con suficiente experiencia
gubernamental, defienden el valor del bipartidismo, con mensajes más que
elocuentes. Mientras Rajoy dice “somos la garantía de bienestar”, Sánchez manifiesta
“aquí si hay alternativa, nosotros”, como previsión de que, en caso de que el
partido gobernante fuese rechazado por la ciudadanía, no necesariamente ha de
venir el caos. Y por ello, Podemos, mientras critica el bipartidismo PP-PSOE,
se presenta como el que puede derrotar al PP, que no a ayudar a la alternancia
que pretende el PSOE, con el único objetivo de sustituir el actual bipartidismo
PP-PSOE por un nuevo bipartidismo PP-Podemos. Así acaba de suceder en ... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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