Por si los ciudadanos
españoles no tuviéramos bastante ya con la manifiesta incompetencia de nuestros
líderes políticos para acometer su más elemental labor, que es acordar la
investidura de un presidente de Gobierno tras unas elecciones (en este caso,
tras dos), la confluencia de flagrantes casos de corrupción en las filas
socialistas y populares en plenas campañas electorales en Galicia y País Vasco
añaden a dicha incompetencia la incapacidad de los partidos políticos para
hilvanar un mínimo discurso político coherente frente a otro de los graves
problemas que padece la sociedad española, cual es la repugnante corrupción
política. ¡Menudo espectáculo están dando unos y otros al respecto! De un lado,
Mariano Rajoy, pese al clamor en el PP en sentido contrario, rehúye pedir el
escaño a Rita Barberá, alegando que “ya no es militante del PP” y que, por
tanto, ya no tiene “autoridad sobre ella”, lo cual es cierto (como es cierto
que aunque se lo pidiera sólo de ella depende dejar o no el escaño incluso si
siguiera siendo militante), pero no se trata de la eficacia de la petición,
sino del gesto político que supone frente a la corrupción por parte del máximo
dirigente del partido, máxime cuando la corrupción es el arma electoral
arrojadiza principal de sus contrincantes políticos. De otro lado Susana Díaz
impone silencio en el PSOE en torno a Griñan y Chaves, cortando en seco la
poderosa federación andaluza el discurso anticorrupción de Ferraz y neutralizando
toda crítica socialista a los dos ex presidentes de la Junta tras el duro
informe de acusación, con lo que la presidenta socialista se sale por la
tangente manifestando que está convencida de la “honradez” de sus predecesores
en la Junta, pero no se trata de lo que ella y sus seguidores más fieles crean,
sino del gesto político, ante la grave imputación, de posicionarse
políticamente y caiga quien caiga contra la corrupción, máxime cuando a renglón
seguido arremete, en este caso, contra Barberá, cuya investigación está en
menor grado procesal y no hay aun imputaciones concretas, simplemente porque en
este caso Susana y compañía no están convencidos de su “honradez”. En fin, un
incoherente despropósito tras otro que aumenta el descrédito de los ciudadanos
hacia los dirigentes políticos, quienes, con sus propios partidos divididos
internamente al respecto, prefieren tapar y minimizar los trapos sucios propios
y exhibir y magnificar los ajenos en vez de abanderar claramente una estrategia
conjunta de limpieza política global y generalizada que... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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