Tiene gracia que para una vez que parece ser
que se afronta el fraude fiscal con cierto celo se desate un cierto malestar
con el Ministro Montoro, que no es santo de mi devoción, y se le ponga en el
punto de mira por un supuesto uso político de datos fiscales, que él mismo
desmiente, al extremo de que incluso altos funcionarios de la Agencia
Tributaria creen que el ministro está actuando al límite de la ley. Y todo ello
a causa de no haberse callado ante el reto de Monedero de que no le tenía miedo
y su posterior estrategia de confusión, extendiendo el bulo de que Montoro
acomete una persecución particular contra Podemos, gracias a la inestimable
colaboración, como en otras ocasiones, de voceros mediáticos televisivos que,
en vez de exigir a Podemos (como hacen todos los partidos y todos los
tertulianos objetivos) que explique el origen sospechoso de su financiación
(tal como exigen a los demás en otras ocasiones ante sospechas de
irregularidad), prefieren ponerse al lado de los que, como Pablo Iglesias, sí
piden pero no dan explicaciones documentadas a los periodistas y simplemente
manifiestan airados que quien tenga dudas que acuda a los tribunales. Pues
bien, haciendo un ejercicio simple de coherencia, por qué, si tienen dudas
sobre la conducta de Montoro, no acuden a los tribunales tal como recomienda su
defendido Pablo Iglesias. Y luego nos extrañamos de que en este país pasa lo
que pasa, cuando, con semejantes conductas tan cínicas y demagógicas de quienes
debieran responsablemente generar una opinión pública objetiva desfavorable
ante ... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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