Susana Díaz se empeñó en
adelantar las elecciones andaluzas, precisamente para que no coincidieran con
un previsible fallo judicial condenatorio por el caso de los ERE, y ya tiene
los resultados. Al efecto, había borrado la palabra “corrupción” de su programa
electoral y al final de la campaña incluso había agitado la bandera del miedo
para convulsionar el voto de derechas, alertando del peligro de votar a Vox, partido
que centraba el debate político y al que hasta la Vicepresidenta del Gobierno,
la inigualable Carmen Calvo, tachaba de “inconstitucional” (cuando ella no
tiene reparos en gobernar España con apoyo de secesionistas totalitarios y
populistas radicales), mientras Susana lo acusaba de ser “cómplices de
maltratadores”, provocando que su líder, Abascal, calificara a la Presidenta
andaluza de “sinvergüenza”. Y obviamente, Susana, para descontaminar a
Andalucía de las pintorescas políticas del Gobierno socialista español, había
minimizado la presencia en la campaña de su jefe, Pedro Sánchez, su encarnizado
rival por el liderazgo socialista, del que había sido desplazada por él
mediante una bronca campaña interna de primarias, repleta de insultos y
descalificaciones públicas groseras, indigna entre socialistas de verdad,
aunque, eso sí, aparentando ahora, pública y demagógicamente, absoluta sintonía
con él en los escasos actos de campaña para dar sensación de normalidad en sus
frías relaciones y paliar sus evidentes discrepancias políticas en temas
fundamentales para España. Pero ninguna de las estrategias de Susana Díaz y
Pedro Sánchez ha funcionado. Andalucía votó, como ella quería, y, superando las
más negativas previsiones demoscópicas para el PSOE, los andaluces le han dicho
un no rotundo precisamente en su más fiel y mayor granero de votos socialistas,
en el único territorio español donde todavía no ha habido alternancia política
durante todo el periodo democrático. Los resultados (y ahora ya no son
encuestas), con una abstención del 41´35%, la más alta de los últimos 28 años, han
sido los siguientes: PSOE, 27´9% de votos y 33 diputados (frente a los actuales
35´4% y 47 escaños); PP, 20´7% y 26 (frente a 26´7% y 33); Ciudadanos, 18´2% y
21 (frente a 9´2% y 9); Adelante Andalucía Podemos-IU y compañía, 16´1% y 17
(frente a 14´8% de Podemos y 6´8% de IU, es decir, frente a un 21´6%, y 15 de
Podemos y 5 de IU, es decir, frente a 20 escaños); y Vox, 10´9% y 12 (frente a
0´4% y 0). Aunque ahora toca hacer todo tipo de análisis pormenorizados, está
claro que la espectacular subida de Ciudadanos (9 puntos porcentuales y 12 escaños)
y la de Vox en su irrupción parlamentaria (10´5 puntos y 12 escaños), frente a
la importante caída del PP (6 puntos y 7 escaños), la de Adelante Andalucía
Podemos (5´5 puntos y 3 escaños) y el descalabro del PSOE (pierde 7´5 puntos y
14 escaños), diseñan un claro triunfo de la derecha (PP, Ciudadanos y Vox) con
un 49´8% de votos y 59 escaños, frente a la izquierda (PSOE-Podemos) con un 43%
de votos y 50 escaños. En definitiva, el PSOE se hunde en Andalucía y la
ultraderecha irrumpe en España, el PP aguanta a duras penas como segunda fuerza
política andaluza y Ciudadanos, que dobla escaños, no consigue el ansiado
“sorpasso” a los populares. Y mientras..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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