Tras la grotesca
parafernalia por parte del Gobierno de España y de la Generalitat de Catalunya
para intentar llevarse el gato al agua de lo indefendible, como es un diálogo
inexistente, se produce el encuentro en Pedralbes entre Sánchez y Torra, sin
luz ni taquígrafos, al extremo de que, ya iniciada la reunión, protocolo de
Moncloa tiene que añadir a la escenografía, preparada intencionadamente por el
Govern, una flor de pascua roja a las dos amarillas ya colocadas, mientras
Torra exhibía en su solapa el famoso lazo amarillo reivindicando la libertad de
los que el secesionismo considera “presos políticos” en vez de políticos presos
por haber cometido presuntos graves delitos contra el Estado. Y es que la
necesidad obliga a ambas instituciones para buscar salidas a sus irresponsables
e indeseables posiciones: al Gobierno de Sánchez para intentar hacer ver que es
posible gobernar España con una minoría de 84 diputados y al Govern de Torra
para escenificar que es posible su ilegal “procés” independentista, cuando ambos
supuestos son inviables sin chapuzas. De ahí la polémica previa sobre el formato
de la reunión Sánchez-Torra, así como el carácter de la misma. Sánchez
pretendía un estricto encuentro con Torra para venderlo como el de cualquier
otro encuentro con un Presidente de una Comunidad Autónoma, y Torra pretendía
una cumbre entre Estados, de igual a igual, como si la Generalitat, un gobierno
territorial, no estuviese subordinado al Estado al que pertenece. Y con el
maximalismo del “diálogo” como señuelo de por medio (nadie obviamente va a
rechazar el concepto de diálogo para resolver los problemas) como objetivo de
ambas instituciones, en vez de dialogar de forma transparente dejando
previamente bien claro que cualquier solución pasa por el acatamiento a las
reglas de juego establecidas en la Constitución española, de donde deriva la
legitimidad del Parlament y del Govern de Catalunya, se produce un opaco encuentro
Sánchez-Torra y la posterior foto de familia de ambos con parte de sus
ministros y consellers, reunidos paralelamente “ad hoc”, al extremo de permitir
que Moncloa pueda vender el evento como, simplemente, un “saludo de cortesía” y
la Generalitat lo venda como una “cumbre de gobiernos” de tú a tú y de igual a
igual. Y así todos los ilusos contentos. Como consecuencia y ante tanto
oscurantismo deplorable, solo trasciende que Presidente y President pactan
buscar “una propuesta política de amplio apoyo”, anunciando una vía de diálogo
(Torra acababa de apostar por la “vía eslovena”) para lograr una solución al “conflicto”
en Cataluña “en el marco de la seguridad jurídica”. Así Sánchez, reo de su
pacto de investidura, claudica ante Torra que convierte la cita de Barcelona en
una cumbre bilateral y le obliga a asumir que “ambos gobiernos” pactarán una “solución
política” al “conflicto” catalán que cuente con un “amplio apoyo” pero sólo
entre los catalanes…..lo que obviamente es imposible ya que..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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