viernes, 28 de diciembre de 2018

LA VÍA ANDALUZA

                        Es obvio que en democracia es el pueblo quien decide su propio destino, aunque luego los partidos políticos, si los ciudadanos no le otorgaron a ninguno de ellos una mayoría parlamentaria suficiente para gobernar, decidan, en el ejercicio de su responsabilidad y de su libertad, conformar las alianzas necesarias entre ellos para materializar gobiernos estables o inestables (¡allá ellos!), pues, al final, de lo que hagan dependerá el futuro de cada uno y, en definitiva, el de todos los ciudadanos. Por eso, tras cada proceso electoral, y finalizadas ya las demagogias y los mantras utilizados para captar votos, no caben medias tintas, sino tomar decisiones que, sin duda, los ciudadanos tendrán en cuenta de cara al futuro, asignando a cada quien el grado de responsabilidad o irresponsabilidad sobre lo que decidan. Ya no cabe modificar reglas ni procedimientos (si gobierna la lista más votada, si quien consigue más apoyos parlamentarios, si se aísla a partidos radicales extremistas….etc etc), pues todo eso había que haberlo acordado antes y, si no se hizo, ahora cada partido, cada grupo parlamentario, responde de sus actos y puede tomar las decisiones que considere oportunas, sabiendo que de su acierto o error dependerá el grado de apoyos ciudadanos futuros, y que de los argumentos, coherentes o no, demagógicos o no, que utilice para justificar su definitiva decisión, dependerá su futura credibilidad. Es lo que sucede en estos momentos en Andalucía (como ya ha sucedido en otras CCAA, municipios e incluso en elecciones generales), donde los andaluces han decidido no otorgar mayoría suficiente a ningún partido político, con lo que, o se va a nuevas elecciones o se configura un Gobierno, más o menos estable, dentro del abanico de posibilidades de alianzas, entre las que PP y Ciudadanos han decidido sellar un acuerdo para gobernar en la Junta, pero, como entre ambos no consiguen una estable mayoría parlamentaria, dependen de algún otro partido (PSOE, Podemos o Vox) y, parece ser, que sólo Vox se presta a ello, frente a las pretensiones del PSOE, el partido más votado, que no consigue apoyos de nadie tras haber apostado todos los partidos durante la campaña por “el cambio”, es decir, por el desalojo del Gobierno de Susana Díaz. El cambio pues, se impone en Andalucía y, tras duras negociaciones entre PP y Ciudadanos, ya se han dado los primeros pasos, con un previo acuerdo de programa de Gobierno de coalición (y no sólo de apoyos parlamentarios) y con la conformación de la nueva Mesa del Parlamento andaluz que presidirá Marta Bosquet de Ciudadanos, gracias a los votos de PP, Cs y Vox, mientras Podemos monta una pataleta renunciando a un puesto en la Mesa y PSOE, que tendrá dos puestos, sigue con el mantra del “pacto de la vergüenza” que, utilizado ya en campaña, ha echado del poder a Susana, quien, por cierto seguirá como diputada, y coloca en la Mesa de la Cámara a la diputada Verónica Pérez, famosa por haber dicho que era la “máxima autoridad” del PSOE cuando Pedro Sánchez fue desalojado de la dirección. Entretanto el...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/). 

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