El fiasco del plan de
Sánchez en Cataluña, manteniendo una absurda apariencia de diálogo con el
totalitario Torra y compañía, hace saltar todas las alarmas tras la apelación
de éste a la vía violenta para conseguir la independencia unilateral de
Cataluña, con los incontrolados CDR en las calles, haciendo de las suyas, y con
dirigentes del grupo terrorista Terra Lliure resurgiendo para exigir la toma
del Parlament. A base de golpes, totalmente predecibles, Sánchez va bajando del
burro y poco a poco (¡mira que le cuesta!) va entendiendo que con los
secesionistas totalitarios no se puede ir ni a la vuelta de la esquina,
mientras él gobierna gracias a su apoyo. En efecto, cada vez cuelan menos los
paños calientes y las comprensiones incomprensibles, sobre conductas claramente
fascistas y antidemocráticas, pisoteando el Estado de Derecho y la Constitución
que le avala. Y Sánchez lo va entendiendo con cuentagotas, no sólo porque tanto
PP y Ciudadanos se lo exija, sino que también porque muchos socialistas ya se lo
piden. Y, aunque el Gobierno sigue amagando con el 155, pero no actúa pese a la
tensión social, las amenazas in crescendo de Torra y la crisis manifiesta entre
Govern y los Mossos, al menos ya da el paso de empezar a llamar las cosas por
su nombre, para que todo el mundo lo entienda, y de advertir por carta a la
Generalitat de las posibles consecuencias que podrían derivarse si persiste en
su intolerable actitud antidemocrática. Algo es algo. En efecto, el Gobierno de
Sánchez, tras acusar a Casado y Rivera de crispar, no descarta ahora la
posibilidad de suspender la autonomía catalana, y, asumiendo el fracaso de la
distensión tras la “vía eslovena” de Torra y el varapalo del PSOE en Andalucía,
manda tres cartas (Carmen Calvo, Marlaska y Ábalos) al Govern de la Generalitat
advirtiéndole de que tomará medidas ante “la dejación de funciones” y de que
enviará a la Policía, mientras Moncloa estudia asumir el control de las cuentas
de la Generalitat, de los Mossos y de las infraestructuras para garantizar el
orden (mínimo cometido de todo Gobierno que se precie). Y, mientras el PP pide
en el Senado aplicar ya la Ley de Seguridad para intervenir la policía
autonómica, la vicepresidenta Carmen Calvo advierte de “consecuencias” por la
permisividad ante los CDR, Marlaska advierte de que las Fuerzas de Seguridad
intervendrán si se mantiene la pasividad de los Mossos, y antidisturbios
vigilarán la reunión del Consejo de Ministros en Barcelona, que los
secesionistas pretenden reventar, en tanto que un fundador del grupo terrorista
Terra Lliure llama a tomar el Parlament ese día. Lógicamente van surgiendo
voces críticas socialistas ante la nefasta gestión de la crisis catalana: el
Presidente de Aragón exige al Gobierno elevar la presencia del estado en
Cataluña y tacha a Torra de “fascistoide”, la ministra Margarita Robles dice
que el líder catalán es un “insensato” que está “incapacitado” para el cargo, y
la diputada socialista Soraya Rodríguez atribuye el descalabro andaluz “a la
moción de censura apoyada por los independentistas”. Ya ven, lo que todos
sabemos y lo que a Sánchez le cuesta tanto entender. Entretanto....... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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