viernes, 7 de diciembre de 2018

MANDATO PERMANENTE DE CONCORDIA

                        Hace cuarenta años los españoles, haciendo memoria histórica, a la que tanto se apela ahora, decidimos finiquitar un pasado de discordia y desencuentro entre nosotros mismos que, durante casi dos siglos, nos había dejado un repudiable legado de motines, pronunciamientos militares, golpes de Estado y dictaduras, tras los que los vencedores diseñaban parcialmente su proyecto constitucional (a veces con apariencia democrática), es decir, unas reglas de juego, pero contra los vencidos quienes dentro de las mismas no podían desarrollar el normal ejercicio libre y democrático de sus objetivos. La consecuencia, breves periodos de paz impuesta y apariencia de cierta concordia hasta el siguiente golpe, conservador o progresista, y vuelta a empezar. Era la cruda y trágica realidad decimonónica, pues media España, la vencedora, contra la otra media, la vencida, más que un marco de libertades le imponía un corsé asfixiante hasta que, para colmo, Cánovas y Sagasta, tras el estrepitoso fracaso de la Primera República y el pertinente golpe de Estado, deciden un cambalache de turno formal pacífico de sendos partidos, que acaba definitivamente con el escaso pluralismo político anterior, dando paso a una dictadura, la del General Primo de Rivera, y a la Segunda República, que desemboca finalmente en una cruel y sangrienta Guerra Civil para dar paso (de nuevo los vencedores y vencidos) a la larga dictadura de Franco, tras cuya muerte los españoles dimos este giro copernicano, elaborando, por primera vez en la Historia de España, una Constitución consensuada para todos y entre todos, por amplísimo consenso, en la que cupieran todos los españoles y no sólo los violentos vencedores, como había venido sucediendo hasta entonces. La positiva consecuencia, el mayor periodo, cuarenta años, de progreso y convivencia en paz y libertad de todos los españoles. No en vano, en este cuarenta aniversario, el Jefe de Estado, Felipe VI, reivindica la Carta Magna como la primera norma que une, y no divide, a los españoles, asegurando con razón que es “La Constitución, un mandato permanente de concordia entre los españoles” y “el alma viva de la democracia”, que “no hay que desvirtuar los valores de la Constitución sino reivindicarlos”, ensalzando su “espíritu de reconciliación e integración”, reiterando el compromiso de la Corona con el pacto de convivencia que “trajo a España democracia y libertad” y pidiendo “construir una España abierta a los cambios en la sociedad”. Además el Rey destaca el papel que en la Transición tuvo su padre y reconoce, como hace todo el mundo, su labor en aquellos difíciles años, al extremo de que el acto en el Congreso del cuarenta aniversario de la Carta Magna, con presencia de todos los ex Presidentes del Gobierno, se convierte en un homenaje a la Corona, recibiendo Juan Carlos una larga ovación de todos los diputados salvo los de Podemos, que se mantuvieron al margen. Sabias y acertadas palabras de nuestro Jefe del Estado justo cuando algunos ...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

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