Tengo el convencimiento
de que la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles honrados, que son casi
todos, están hasta las narices de la inseguridad ciudadana causada por
delincuentes de todo tipo, que delinquen reiterada y descaradamente, sin que el
Estado de Derecho les ampare con medidas preventivas contundentes contra ellos
para garantizarles la necesaria seguridad individual y colectiva a que tienen
derecho en una sociedad democrática civilizada. Sucesos trágicos recientes como,
entre otros muchos, el asesinato de Diana Quer, el homicidio de una pareja de
ancianos a manos de tres menores de edad, el acoso reiterado y violento por
razones xenófobas o sexistas, así como otro tipo de conductas delincuenciales
en el ámbito económico y político, que peligrosamente atentan contra la buena
salud de nuestra convivencia en paz y libertad democrática, como la corrupción
económica o el desafío reiterado y peligroso al Estado de Derecho, evidencian
las carencias flagrantes de tipo legislativo en materia de prevención
delincuencial que, curiosamente, tanto echamos de menos a toro pasado cuando ya
es inevitable remediar las trágicas consecuencias por haberse producido los
previsibles delitos a manos de personajes con un historial delictivo que, a
todas luces, presagiaba el fatal desenlace, pero que gozaban de plena libertad
gracias a una legislación permisiva o a negligencias intolerables, dando la
sensación muchas veces de que el sistema legal establecido favorece más a
quienes delinquen que a quienes se comportan de forma honrada escrupulosamente.
Y como las leyes están para cambiarse cuando no responden a las necesidades
globales de la ciudadanía, no extraña la creciente demanda, entre otras, a
favor de reformar la legislación de menores, de mantener la prisión permanente
revisable o de clarificar la aplicación de prisión provisional preventiva que
en la actualidad depende excesivamente del criterio discrecional del juez sobre
la peligrosidad de fugarse, de destruir pruebas o de seguir cometiendo delitos
que pueda tener el encausado (de ahí, por ejemplo, que algunos presuntos
delincuentes por el mismo caso estén en prisión provisional y otros en libertad
condicional). Ya sabemos que la seguridad ciudadana no se puede garantizar al
cien por cien, pero también sabemos que, tal como está el patio, hay que hacer
un mayor esfuerzo legislativo en la prevención delincuencial, pues endurecer
las medidas preventivas, tanto legales como policiales, cuando hay claros indicios
de presunta comisión de graves o muy graves delitos, no supone para nada menoscabar
los derechos individuales de sus presuntos autores, sino más bien alejar el
peligro de que sean menoscabados derechos fundamentales de las posibles
víctimas como el derecho a la vida, a la igualdad, a la no discriminación, a la
integridad física, entre otros por el estilo. Obviamente, sólo los delincuentes
o presuntos delincuentes, han de.... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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