El totalitario mundo
secesionista, ebrio de engaños y delitos por parte de sus promotores, comienza
a hacer aguas por todas partes, evidenciando que, tras su falsa e idílica
unidad, sólo hay podredumbre y egoísmos personales, lo que no quiere decir que
ya nos hayamos librado de sus machadas totalitarias, sus demagogias
intolerables y sus desafíos inadmisibles al Estado de Derecho, pues sabido es
que los dictadores son incluso más peligrosos como liberticidas cuando se
sienten amenazados por la libertad y la democracia. Y en este contexto de
podredumbre secesionista, que pone en evidencia la crisis del separatismo, es
donde cabe encuadrar las primeras bajas de sus líderes, como las de Artur Mas,
que deja el PDeCat por discrepancias con el partido y acuciado por la Justicia,
y las de Carles Mundó, que renuncia a ser parlamentario tras aspirar a liderar
ERC, mientras la intransigencia del prófugo Puigdemont abre una brecha entre
ambos partidos, tan distintos en términos ideológicos de izquierda-derecha y
tan iguales en términos del secesionismo unilateral totalitario. Así las cosas,
el artífice principal del “procés”, cercado por la Justicia y por Puigdemont,
deja la presidencia del PDeCat imputado por rebelión, con el patrimonio embargado,
señalado por la corrupción del caso Palau e ignorado por el ala más radical de
su partido, sabiéndose incapaz de controlar el plan de ruptura de Puigdemont,
su sucesor impuesto por las CUP, y afirmando ahora que “no se puede acelerar la
independencia en el cortísimo plazo con el 47% de los votos”, olvidando que,
aunque fuera incluso muy superior el porcentaje de votos, el pretendido
secesionismo unilateral sería tan ilegal como lo es ahora, salvo que una
cualificada mayoría de españoles y no sólo de catalanes, decidiera reformar la
Constitución al respecto, con lo que estaríamos hablando no de unilateralidades
secesionistas sino del ejercicio de un derecho de los catalanes en este caso,
decidido por todos los españoles, que ni los catalanes, ni ningunos otros
españoles del resto de CCAA, tienen ahora. Por su parte el ex conseller Mundó,
de ERC, deja la política ante la radicalización del proyecto del expresident
fugado, mientras Podemos negocia con su partido, ERC, darle el control de la
Mesa del Parlament, pues al tratarse de un partido de izquierda lo vende mejor
ante la opinión pública que si diera el apoyo a un partido de derecha, como
PDeCat (camuflaje de la antigua CDC), enfangado en múltiples casos de
corrupción, aunque con ello el partido de Colau no disimula en absoluto, una
vez más, sus ambigüedades y claras simpatías por el secesionismo, por más que
de cara al resto de España disimulen diciendo que están en contra de la
independencia para taponar la pertinente hemorragia de votos (ambigüedades calculadas,
como sucede con el PSC, para contentar a tirios y troyanos, que al final
provocan el desencanto generalizado de unos y otros), ya que, precisamente
ahora, cuando puede tambalearse la exigua mayoría soberanista (sólo tienen
garantizados 62 votos tras la entrega de credenciales a huidos y encarcelados,
que no quieren entregar su acta para dar paso al siguiente en la lista) no
caben medias tintas, o estás... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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