Al más puro estilo
nacional-socialista alemán señalando a los judíos, el independentismo
totalitario catalán radicaliza el acoso a los “alcaldes de la ley” y, siguiendo
el consejo de Puigdemont, la CUP, su entrañable socio en la aventura
totalitaria del secesionismo, reparte carteles animando a coaccionar a los
ediles de Lérida que, fieles a la legalidad democrática, se niegan a plegarse a
las presiones, que no son pocas, pegando carteles con sus fotografías en el que
indican “¡Señalémoslos!” sin reparo alguno simplemente porque defienden la
Constitución y, por tanto, son enemigos del régimen fascista que pretenden
imponer en Cataluña, por lo que hay que repudiarlos y amenazarlos públicamente
por su condición de demócratas. Obviamente el PSC, Ciudadanos y PP, que son los
partidos en que militan los que figuran fotográficamente en los intolerables e
indecentes carteles, denuncian las amenazas y que les tratan “como a los judíos
en la Alemania nazi”, mientras los señalados personalmente aguantan el
chaparrón antidemocrático manifestando que “hay gente que tiene miedo a
significarse; tenemos que dar la cara por ellos”, que les “recordó la peor
época del País Vasco; les faltaba ponernos una diana” y que “la familia sufre,
pero no puedo ceder; los intolerantes no pueden ganar”. Es el irrespirable ambiente
que viven los demócratas en Cataluña, indigno en cualquier sociedad
democrática, donde la CUP, la formación más descerebrada entre las que apoyan
el totalitarismo, “señala” y acosa sin pudor alguno a los demócratas, con el
beneplácito del Govern, mientras los Mossos incumplen la orden del fiscal
contra el prohibido e ilegal referéndum e, ignorando las pistas facilitadas, se
apartan de la investigación, mientras los manifestantes bloquean el acceso en
la incautación a Unipost en Terrassa… la CUP, ya ven, está en su salsa
anticapitalista y antisistema, regocijándose en los acosos callejeros y
boicoteando los registros ordenados por los jueces. Entretanto, la Generalitat
recluta empresarios para el 1-O a golpe de subvenciones (las compañías
registradas por la Guardia Civil acumulan millones en adjudicaciones públicas),
Hacienda decide controlar las tarjetas de crédito de los consejeros de la
Generalitat, la insumisión de Junqueras pone en riesgo las nóminas de los
funcionarios que habrá de pagar directamente Hacienda, y la Guardia Civil
desmonta la logística electoral del ilegal referéndum requisando, no sin
dificultades, los pertinentes documentos y objetos, obviamente clandestinos.
Todo ello en una Cataluña que, en caso de independizarse, nacería, según
cálculos de los expertos, con 180.000 millones de deuda y ni podría pagar las
pensiones, pues en un solo año genera un agujero de casi 5.000 millones (la
cuarta parte del déficit total de la Seguridad Social); menos aún si queda,
como es obvio, fuera de la UE y enfrentada a una España que es el principal
comprador de sus productos… Pero, ya ven, vendida esa supuesta República de
Cataluña por los independentistas como el... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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