Tras las querellas
interpuestas, entre otros, contra Puigdemont y Junqueras, el totalitario
President de la Generalitat reta a los jueces afirmando “sólo me puede
inhabilitar el Parlament” (lo dice él, y punto) y añadiendo “tenemos todo a
punto para votar el uno de octubre” (anuncia el delito que va a cometer, y
punto). Mas claro, el agua: Puigdemont, retando flagrantemente al Estado de
Derecho que le legitima en su cargo, decide situarse por encima de la ley de
forma clara y rotunda, lo que evidencia que es un peligroso dictador. En
efecto, mientras el Gobierno de España lleva al Constitucional la ilegal Ley de
Transitoriedad, la Fiscalía pide hasta seis años para Forcadell y Puigdemont,
acusando al President de delitos (cabalmente argumentados) penados con cárcel
alguno de ellos, como el de desobediencia (“los querellados se han negado
abiertamente a dar cumplimiento a las resoluciones judiciales emanadas del
tribunal Constitucional”), prevaricación (“aprobar la convocatoria del
referéndum con cabal conciencia de que con su pronunciamiento impulsaban un
procedimiento ilegítimo”) y malversación (“los miembros del Govern no pueden
desconocer que su decisión conlleva necesariamente el uso ilegal de fondos
públicos”, y además pide como medidas cautelares la exigencia de fianza o
embargo de bienes, el cierre de la web del 1-O y la orden a los Mossos para que
intervengan el material de la ilegal votación. Pero, ya ven, para un dictador
consumado nada de esto importa, la Ley es la que él considere oportuna, se
ajuste o no al marco legal establecido. Entretanto, la Guardia Civil ya busca a
los impresores del material necesario entre las presuntas imprentas o empresas
que supuestamente lo hacen (aunque desde la Generalitat ya dicen que cada uno
se las imprima en su casa), según el soplo de los trabajadores, y las rastrea
en naves de radicales vascos y de la CUP, que se echa a la calle para agitar la
situación y hace escraches a cuarteles de la Benemérita, que sigue el rastro de
unas 7.000 guías impresas para el referéndum ilegal, que pierde fuerza tras
negarse Colau a ceder locales, escudándose en el Constitucional para suspender
su participación en la ilegal consulta y pidiendo a la Generalitat que le
aclare qué medidas tomará para no poner en riesgo a los funcionarios, mientras
siete de las once ciudades más pobladas de Cataluña no apoyan a los
secesionistas de forma rotunda, aunque la mayoría de los ayuntamientos de los
pueblos con menor población, controlados por PDeCat, ERC y CUP, ya hayan
manifestado estar dispuestos a ceder locales y colaborar con el ilegal
referéndum, en tanto que se pone cerco a... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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