De todo lo acontecido en
la celebración de la Diada, que algunos califican como “de la división” (ya hay
algunas otras que podrían calificarse como tales), me voy a quedar con la frase
que la alcaldesa socialista de Hospitalet, Nuria Marín, le dijo a Puigdemont:
“President, deje en paz a los alcaldes”. Y me quedo con la frase por su
oportunidad ya que, siendo los alcaldes los gobernantes más cercanos y directos
al pueblo, están siendo objeto de acoso intolerable por parte del Govern de
Cataluña y por grupos callejeros exaltados de afines al independentismo ilegal
que preconiza, especialmente aquellos que, como el de Hospitalet, deciden
ponerse de parte de la Ley, y por tanto de la Democracia, en vez de apostar por
el desacato a la legalidad establecida y a las decisiones de los tribunales, y
por tanto a la Barbarie, que promociona el President y su seleccionado grupo de
personas que forman el Govern de Cataluña tras haber purgado a todo aquel que
simplemente discrepara con ellos. En efecto, suspendidas por el Tribunal
Constitucional, tanto la Ley del Referéndum como el bodrio de Ley de
Transitoriedad, y admitidas por el Tribunal Superior catalán querellas contra
el Govern, que incluso implican cárcel, todos los cargos públicos y, por
supuesto, los alcaldes han sido avisados por Fiscalía de los riesgos que corren
si colaboran con el ilegal referéndum del 1-O, mientras el Govern les pide que
indiquen qué locales cederá cada Ayuntamiento (mal síntoma ya de la ilegalidad
que piensan cometer, ya que en elecciones legales ya sabe cada alcalde qué
locales públicos tradicionalmente se suelen ceder y ninguna autoridad superior
se los pide) para celebrar la ilegal votación, y ante semejante dilema, los
alcaldes demócratas, entre los que se encuentran los socialistas, han optado
obviamente por no ceder locales para cometer semejantes delitos, como el de
prevaricación, desobediencia, cuando no el de malversación de recursos
públicos. Desde el punto de vista del totalitario independentismo, grave
decisión por parte de los alcaldes del PSC al rebelarse contra la “intimidación
y las amenazas” del separatismo, mientras que los alcaldes independentistas,
que gobiernan especialmente en los pueblos más pequeños, ya han respondido a
Puigdemont que cuente con su colaboración, quedando la incógnita del
Ayuntamiento de Barcelona, pues Ada Colau, sabedora de lo que se juega a nivel
personal, deja todavía dudas sobre dicha colaboración, mientras critica a Junts
pel Sí por olvidar a la mitad de los catalanes, aunque no tenga reparo alguno
para reivindicar con su socio Pablo Iglesias en la Diada un “visca Catalunya
lliure y sobirana”, lo que como Jefe de Podemos habrá de explicarle al resto de
España en el futuro, mientras un juez prohíbe a Carmena ceder edificios
municipales para celebrar un acto pro 1-O en Madrid. Y es que, ya ven, Dios los
cría y ellos se juntan con un discurso diferente en cada lugar. Por tanto,
mientras Nuria Marín se encara con Puigdemont, Ada Colau sigue sin aclarar si
cederá locales, aunque afirma que hará lo posible para que se vote, en tanto
que... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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