A muy poquitas horas de
que venza el plazo para que oficialmente finalice esta meteórica e inútil
legislatura a causa de la incompetencia e incapacidad de nuestros
parlamentarios para formar un gobierno, los partidos afrontan temerosos el “juicio
final” que habrán de hacer los españoles en la repetición de las elecciones que
habrán de celebrarse en junio. De entrada, el PP espera una campaña sin que
irrumpan más casos de corrupción en sus filas para lograr un mínimo de 130
diputados, el PSOE se jugará el futuro de Pedro Sánchez en el estrecho margen
de cuatro escaños respecto a los 90 que obtuvo el 20-D, Podemos se aferra al
pacto “ganador” de Pablo Iglesias con IU y con Garzón trata de unir todas las
fuerzas a la izquierda del PSOE para mitigar el desgaste por sus divisiones
internas, y Ciudadanos teme que la polarización del voto difumine un proyecto
que no renuncia a su condición de bisagra. Es lo que, más o menos, vaticinan
los diferentes sondeos y encuestas después de que, durante más de cuatro meses,
los líderes políticos hayan exhibido por activa y por pasiva sus escasas dotes
como hombres de Estado para diferenciar entre los intereses generales de los
españoles y los suyos propios. Por su parte, aprovechando la fiesta del trabajo,
los sindicatos llaman a un frente de izquierdas para relevar al PP y en otro
“pinchazo” el uno de mayo (el bisindicalismo no sale de su decadencia) amagan
con una huelga general (lo que faltaba) si no se deroga la reforma laboral que,
con todos por peros que se le quiera poner, ha conseguido no sólo contener la
caída vertiginosa de empleo, habida con la ley laboral anterior, sino generarlo
de nuevo y cambiar la tendencia. Así están las cosas en plena agonía de la
legislatura, aunque lo más sorprendente es que Pedro Sánchez, regocijándose en
el inicial error, causa principal del bloqueo político, anuncia al PSOE, sin
que éste reaccione, que no pactará nunca con el PP (caso insólito en la UE) y
mantendrá su estrategia de veto después del 26-J, lo que quiere decir que,
salvo que los resultados electorales varíen sustancialmente, podemos iniciar
otra legislatura impresentable e insoportable para los ciudadanos. En todo
caso, aunque la postura de Sánchez sea incomprensible e indeseable (en
democracia no es decente vetar a nadie y menos a partidos claramente
democráticos y constitucionalistas; lo insólito es entenderse y pactar con
quienes no lo son) es bueno que, visto lo visto, cada líder político haga
públicas sus intenciones postelectorales para que sepamos a qué atenernos a la
hora de votarles. Esperemos que los demás partidos no recurran a la intolerable
estrategia en democracia de... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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