Los atentados en
Bruselas, otros más en suelo europeo, demuestran la vulnerabilidad de una
Europa desorientada en tantas y tantas cosas, al extremo de poner en grave
riesgo su futuro como UE (las fuerzas centrífugas y el euroescepticismo son
cada vez más sólidas), como adalid de desarrollo y bienestar (la crisis
económica y la desigualdad social hacen estragos en su población) y como
ejemplo de libertad y democracia (la inseguridad “in crescendo” pone en riesgo
una convivencia en paz y libertad). Una Europa, pues, desorientada, incapaz de
afrontar los retos que tiene planteados, como, entre otros, además de su
sostenibilidad económica, el problema de los refugiados y la inmigración, el de
su ampliación hacia el este y su consolidación interna, o, muy especialmente,
el de la amenaza yihadista cada vez más alarmante. Y buena parte de ello
obedece a su incapacidad para profundizar, por culpa de intereses locales, en
la creación de un verdadero Estado Federal Europeo con todas sus consecuencias,
pues es imposible hilvanar respuestas sin un Parlamento que legisle de forma
vinculante e inmediata, sin una Justicia que juzgue con normalidad los presuntos
delitos cometidos por ciudadanos e instituciones, y sin un Gobierno que gobierne
y ejecute, como cualquier gobierno nacional, las políticas que, erradas o no,
se diseñen según los procedimientos democráticos habituales establecidos. Con
veintiocho parlamentos y otros tantos tribunales Superiores de Justicia y
Gobiernos nacionales (además de los parlamentos, tribunales y gobiernos en
ámbitos territoriales menores) con plenas competencias e independencia para desarrollar
sus políticas, apenas sujetas a ciertas orientaciones de armonización diseñadas
por las instituciones europeas, es casi imposible afrontar con éxito y eficacia
los retos y amenazas citadas. Y menos aún, como se está poniendo de manifiesto,
las relacionadas con... (sigue leyendo en
Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/)
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