Hay momentos en que
cabría preguntarnos en qué país estamos y qué tipo de sistema tenemos. Y hoy debiera
ser uno de esos momentos, no ya por el espectáculo de ingobernabilidad que
nuestros líderes políticos nos están brindando, que también, sino porque se ha
producido el primer saludo entre el Jefe del Estado y el President de la
Generalitat, al coincidir en Barcelona en la cena de bienvenida del Mobile
World Congress, es decir, un saludo por razones protocolarias. Al acto asiste
también la alcaldesa de Barcelona y la presidenta del Parlament, es decir, todo
el conjunto de personajes independentistas que, desde las instituciones
catalanas (y, por tanto, españolas), desacatan la legalidad española vigente,
que retiran los símbolos de España, incluido el busto o el retrato del Jefe del
Estado, de dichas instituciones del Estado, detentando sus altas
responsabilidades políticas tras acceder a ellas, merced a la legalidad
constitucional vigente, que les ampara, sin jurar o prometer fidelidad y
lealtad al Rey ni a la Carta Magna. Insólito en cualquier país civilizado y
democrático del mundo. No en vano Felipe VI, el Jefe del Estado, como tal
representante y líder de la reconciliación nacional que acordamos en la
Transición, en este primer encuentro con Puigdemont, ha apelado ante el
President al respeto a “las normas” y en catalán ha venido a decirle (y a todos
los presentes) que “el camino es trabajar juntos por el bien común”, camino
que, a la vista está, los independentistas catalanes hace tiempo que dejaron a
un lado. Y todo esto ha venido a coincidir con el intento de conformar una
mayoría parlamentaria pintoresca para la investidura del futuro Presidente del
Gobierno en la que, sí o sí, se requiere
cierto apoyo, activo o pasivo, de los independentistas (catalanes, vascos o
gallegos de las mareas) en vez de apostar por el sólido bloque
constitucionalista que evite precisamente este desmadre institucional y
territorial español a pesar de contar con más de 250 diputados en el Congreso.
No extraña pues que, ante tanta incompetencia política, Tardá, el portavoz de
ERC que gobierna con Puigdemont, cinco días después de reunirse con Sánchez,
haya ido a visitar al encarcelado Otegi, tildando al abertzale de “líder de la
reconciliación”, lo que pone en evidencia dónde está cada quién en este
embrollo y.... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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