miércoles, 24 de febrero de 2016

CARA DURA Y DEMAGOGIA


                        Sin lugar a dudas muchos de nuestros políticos han aprendido (o quizá ya lo sabían) a sobrevivir como tales con una cara dura, que se la pisan, para utilizar altas dosis de demagogia sin sonrojarse, pues cualquier otra persona decente sería incapaz de salir a la calle con la cabeza alta si estuviera inmerso en algunas de sus bochornosas situaciones. En efecto, la caterva de presuntos chorizos y hábiles demagogos, que incluso se permiten dar lecciones de ética y coherencia en los medios de comunicación, pululan sonrientes delante de nuestras narices para tomarnos el pelo como si fuéramos imbéciles, haciéndonos percibir una realidad distinta a la que vemos con el único objetivo de inducirnos a un irrealismo mágico que les permita esconder sus manifiestas miserias, sus fechorías, sus incoherencias y, en definitiva, su evidente incompetencia e irresponsabilidad para gobernarnos. Amparados en su peculiar vara de medir, lo ancho para mí y lo estrecho para el contrario, idénticos hechos o situaciones pueden ser diametralmente diferentes en cada momento y lugar, al extremo de que, por ejemplo, determinados comportamientos corruptos, idénticos cualitativa y cuantitativamente, sean, según los casos, errores o irregularidades bienintencionadas o flagrantes delitos adrede que, elevados de la anécdota particular militante (ovejas negras) a la categoría general partidaria (partido corrupto), hasta puedan servir como argumento político descalificatorio para justificar el rechazo a alianzas políticas de tipo programático con unos u otros, según convenga; o, al extremo, de que idénticas iniciativas políticas o ciudadanas puedan ser, según los casos, benéficas decisiones y comportamientos de calidad democrática o maléficas finalidades y perversas actitudes de índole totalitaria. En definitiva, el diseño intencionado de una realidad virtual para que todo parezca lo que no es y así... (sigue leyendo en

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