martes, 16 de febrero de 2016

GALLINERO POLÍTICO


                        Finalizada la ronda de consultas, convocada por Sánchez para su investidura como Presidente de Gobierno, el gallinero político en que se ha convertido España tras las últimas elecciones generales sigue incluso más revuelto que al principio, cuando, al menos, se esperaba que los partidos nítidamente democráticos y constitucionalistas, frente a quienes pretenden romper el orden constitucional con el riesgo de instalar el caos, serían capaces de ponerse de acuerdo con el partido más votado (en este caso el PP), como es tradicional en nuestra ya no tan joven democracia, para garantizar la urgente y necesaria gobernabilidad. Vana esperanza y vana ilusión tras asistir al desencuentro (llamarlo encuentro sería mentir a los ciudadanos) entre Rajoy y Sánchez, los gallitos hegemónicos de momento en el turbulento gallinero, que pretenden el mando individual del corral, cuando ninguno de ellos tiene fuerzas suficientes para semejante reto al ser ambos claros perdedores electorales, mientras otros gallos en pleno desarrollo cacarean de forma estridente, para aprovechar la pelea de quienes, en pleno declive, como han decidido los ciudadanos, debieran sentarse para apaciguar conjuntamente el ingobernable corral y, si son incapaces de hacerlo, dejar paso a otros gallos o gallinas afines, que los hay en sendas filas, capaces de entenderse entre ellos, en vez de quedarse ambos, al margen de quien consiga vencer pírricamente al otro, cacareando y sin plumas, a merced de gallitos ajenos en plena ascendencia que simplemente buscan prolongar su manifiesta decadencia. En efecto, sin acuerdo PP-PSOE, único binomio constitucionalista con amplia mayoría para emprender con solvencia la solución de los graves problemas que tiene España, sólo cabe, en el mejor de los casos, la quimera de una gobernabilidad de derecho pero no de hecho, pues, sin el concurso de cualquiera de ellos, es una entelequia emprender reformas constitucionales, que requieren mayorías cualificadas de dos tercios (233 escaños) o tres quintos (210 escaños) en el Parlamento, y, por tanto, venderla como... (sigue leyendo en

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