Que las cosas no andan bien en Europa, ya lo
sabemos. Desde que llegó la crisis apenas levantamos cabeza y, cuando parecía
que en España se comenzaba a enderezar el rumbo, dejando de ser una de las
mayores preocupaciones de la UE, dos asuntos nos atenazan de nuevo. Se trata
del estancamiento económico en la zona euro y de la aparición del ébola en el
mundo desarrollado que, obviamente, inciden muy negativamente en nuestra
economía, basada en las exportaciones y en los servicios, como el sector del
turismo. El último sobresalto ha sido la caída del Ibex que pierde un 3´59% y
se sitúa por debajo de los 10.000 puntos, perdiendo todo lo ganado durante el
año. Cierto que no sólo España ha sufrido el batacazo, pues el temor a otra
recesión en Europa hunde al resto de las Bolsas y, aunque los expertos crean
que la inestabilidad de los mercados es pasajera, un incierto futuro se
vislumbra en el horizonte. En definitiva, la alarma por la economía acelera los
cambios de política en Europa, poniendo en evidencia el escaso margen que
tienen los respectivos gobiernos en los distintos Estados para poner en
práctica sus proyectos ideológicos diferenciadores que son de alguna forma
fagocitados por la voracidad de la globalización y abocados a un pragmatismo
muchas veces intolerable. Las nuevas dudas sobre Grecia, que no levanta cabeza,
la acentuación de reformas liberales en Francia a manos de ... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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