Los distintos grupos humanos, al menos desde
la Revolución Neolítica, se han empeñado a lo largo de los siglos en crear en
sus respectivos territorios de asentamiento verdaderos paraísos terrenales que,
en permanente conflicto entre ellos (no todos consiguen el mismo nivel de
bienestar), siempre fueron vulnerables, máxime cuando las relaciones
organizativas de cada grupo, basadas en la obtención de riqueza y la apropiación
o control de la misma, lo jerarquizan al extremo que muchos de sus miembros en
vez de disfrutar del supuesto paraíso viven un verdadero infierno dentro del
mismo. El trasfondo del asunto, con las variables y matices que se quiera, es
la generación de riqueza y el control o apropiación de los excedentes con el
objetivo de obtener un mayor grado de bienestar social que, obviamente, no
alcanza a todos por igual, ni a nivel interno del grupo, ni entre unos grupos y
otros, generando frecuentes conflictos internos y externos, muchas veces
violentos, que demuestran la doble vulnerabilidad de dichos paraísos, sucesivamente
finiquitados y reemplazados por otros con idéntica propensión a la
vulnerabilidad. Es el inevitable proceso de las relaciones humanas, basadas en
el poder, que en cada momento histórico ha propiciado un diferente mapa
geopolítico con distintos grupos hegemónicos (los paraísos deseados de cada
momento histórico), que, basados en determinadas prácticas de ... (sigue leyendo en Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/,)
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