El Banco de España, en
sintonía con las tendencias pesimistas de otros organismos nacionales e
internacionales, retrasa dos años la recuperación económica de España, propone
un ajuste con alza de impuestos (subir el IVA reducido, impuestos especiales y
ambientales….), pide un plan plurianual para bajar el déficit y la deuda, eleva
el desplome económico al 15% del PIB (el primer trimestre cae un 5´2%, el mayor
desplome desde que hay registro) y, en el peor de los escenarios, apunta a que
se llegaría a una tasa de paro del 24% el próximo año, mientras la Bolsa
española cierra su peor semestre con una pérdida del 24%. Un catastrófico
panorama agravado además por la existencia de un Gobierno débil y minoritario,
cuando para despejarlo se requiere de un Gobierno fuerte y, en todo caso,
fortalecido mediante pactos, sólidos y solventes, con otras fuerzas políticas
que garanticen apoyos mayoritarios fiables en el Congreso. Por tanto Sánchez,
quien como presidente de este Gobierno está en el ojo del huracán, tiene que
decidir entre seguir apostando por el variopinto elenco de fuerzas a su
izquierda y los nacionalistas, poco fiables dentro y fuera del país, o cambiar
el rumbo y apoyarse en las fuerzas situadas ideológicamente a su derecha, más
acordes con las tendencias mayoritarias en Europa. Pero pactar, supone optar y,
obviamente, negociar, con los costes que ello suponga de cara al electorado,
pues pretender parchear la situación de debilidad actual con apoyos
coyunturales tanto de izquierdas como de derecha, sumando partidos
irreconciliables entre ellos, es, de entrada, ir hacia un pacto imposible y, en
todo caso, poco estable, justo lo contrario de lo que necesita la caótica
situación por la que atraviesa España. Sin embargo Sánchez se empeña en
mantener su gobierno de coalición con Podemos, sumando los apoyos de
Ciudadanos, además de ERC y el resto de fuerzas que le apoyaron en la
investidura, cuando tanto Podemos como ERC no están por la labor de que se
pacte con los naranjas, y cuando el PP ya ha dicho por activa y pasiva que para
sentarse a negociar un acuerdo global, que no sólo sectorial, de gobernabilidad
habría de liquidarse primero la alianza PSOE-Podemos y estudiar otra fórmula
más estable, mientras el mangoneo del secesionismo pone la guinda para
invalidar el pacto. No obstante Sánchez, pone a prueba a los de Arrimadas
asegurando que va a reanudar la mesa de negociación con los soberanistas, a
pesar del riesgo que ello supone para el diálogo con Ciudadanos, que, contra lo
que han venido diciendo, mantienen su relación con Sánchez, pese a anunciar
éste la polémica mesa con Torra, con el argumento de que tienen “todos los
canales de comunicación abiertos” para negociar con el Gobierno y tildan de
“bluf” la negociación con los soberanistas, confiando en que no se celebre. Y
mientras PSOE y Ciudadanos reafirman su alianza con vistas a los Presupuestos,
ERC en la mesa de reconstrucción ya avisa a Sánchez de que no apoyará las
cuentas “que le vote Casado”, en tanto que el PP, dando por hecho un pacto con
el Gobierno para la UE y Sanidad, se suma a los acuerdos con Sanidad y, por su
parte, Podemos boicotea un gran pacto social. En efecto, en este tablero de
postureos, PSOE, Podemos, PP y Ciudadanos pactan al fin reforzar la sanidad,
salvando la comisión de reconstrucción con la promesa de más medios y
retribuciones a profesionales de la salud. Al menos, mientras..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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