jueves, 23 de julio de 2020

MENOS AYUDAS Y MÁS AJUSTES

                        Con menos ayudas y más ajustes de los previstos en la propuesta inicial se cierra en la UE un acuerdo histórico tras varias jornadas maratonianas en que los gobernantes de los diferentes países-miembros, partiendo de posturas muy enfrentadas, han sido capaces de hacer las pertinentes renuncias hasta llegar a un consenso satisfactorio. La UE no se podía permitir el lujo de fracasar en la puesta en marcha del prometido fondo de reconstrucción de 750.000 millones de euros tras los destrozos de la pandemia del coronavirus, y, al final, lo ha conseguido, por lo que todos los pueblos europeos y sus gobiernos pueden sentirse satisfechos a pesar de que, como es lógico en cualquier negociación, ninguno de ellos se haya visto complacido totalmente en sus iniciales pretensiones por lo que ahora les toca vender el producto de la mejor forma posible en sus respectivos países, pues obviamente afectan a las promesas programáticas hechas a sus ciudadanos y especialmente a sus votantes. En efecto, aunque se mantiene la cuantía del fondo en los 750.000 millones iniciales, se varía sustancialmente el equilibrio entre lo destinado a subvenciones a fondo perdido y lo destinado a préstamos a devolver, pues, si la propuesta inicial del Consejo era de 500.000 millones para transferencias directas o ayudas a fondo perdido y 250.000 para préstamos blandos reembolsables, al final, queda en 390.000 para ayudas y 360.000 para créditos (es decir, 160.000 millones menos para ayudas y 110.000 millones más para préstamos). Si además aumenta las compensaciones al norte y refuerza la condicionalidad para asegurar reformas de calado, es evidente que el acuerdo se cierra con menos ayudas y más ajustes de los previstos en el inicio. En todo caso el acuerdo supone el mayor paquete financiero en la historia de la UE, que da el mayor paso de integración desde la creación del euro y los 27 se endeudarán de forma masiva por primera vez en su historia ya que Bruselas pacta por vez primera emitir deuda europea de forma conjunta, a diferencia de lo que hizo en la crisis del euro anterior, con lo que la Unión entra, sin lugar a dudas, en una nueva era. España, el segundo país más beneficiado después de Italia (ambos son los más castigados por la pandemia y los que sufren una mayor crisis histórica), recibirá del Fondo Europeo durante los próximos tres años un montante total de 140.000 millones de euros, de los cuales la mitad serán subsidios o ayudas, que no computarán contablemente como aumento de deuda y son a fondo perdido, y la otra mitad serán préstamos blandos a devolver. Para acceder a dichas cuantías, España, al igual que el resto de países, tendrá que presentar un plan de reformas, obviamente en la línea de las preferencias de la UE, lo que, entre otras cuestiones, obstaculiza la anunciada derogación de la reforma laboral de Rajoy (del gusto de Bruselas) y otros asuntos como las pensiones, amén de otros gastos eludibles, que en nuestro país no son pocos (baste reseñar, por ejemplo, que en Holanda, el país más reticente en conceder estas ayudas y el más insistente en que sean controladas, su gobierno tiene la mitad de ministros de los que tiene España), pues los países europeos, según el acuerdo alcanzado, podrán controlar el gasto, herramienta que, en principio, choca con la tendencia del Gobierno español de gastar y gastar a “troche y moche” a instancias de Podemos para satisfacer ante su electorado sus demagógicas propuestas populistas. La primera prueba de fuego será...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

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