Dice Feijóo,
probablemente con razón, que “a España le iría muy bien un gobierno a la
alemana”, lo que en nuestro país equivaldría a un gobierno de coalición
PSOE-PP, que, con amplia mayoría parlamentaria tendría la solvencia necesaria
para afrontar esta grave situación de crisis social, política, sanitaria y
económica que estamos atravesando. Sin embargo, todo indica que estamos muy
lejos ni siquiera de plantear dicha solución, ya que nuestros políticos en
general están más por la labor de ir cada uno a la suya para seguir tirándose
los trastos a la cabeza y ver si con ello ganan algún puñadito de votos para
mantenerse y mantener con ello una situación políticamente inestable con unas
Cortes Generales atomizadas cada vez más crispadas e insostenibles que sólo
satisfacen la estrategia de “dejarte ciego aunque yo me quede tuerto”. En
efecto, ni la pandemia, ni la crisis generalizada, ni las discrepancias
manifiestas internas del actual gobierno minoritario de coalición PSOE-Podemos
(apoyado según conviene por nacionalistas, secesionistas y abertzales) han
inclinado a Sánchez, principal responsable como Presidente del Gobierno, a un
acercamiento con la derecha popular para buscar una solución fiable,
prefiriendo mantenerse en el filo de la navaja y consolidando su temeraria
estrategia de descartar una coalición con el PP (única solución sólida de
gobernabilidad, salvo elecciones anticipadas) pues jamás tuvo la mano tendida a
los de Casado, a quienes, por otra parte, no les viene nada mal mantenerse en
una frontal oposición sin verse obligados a tener que decidir qué respuesta
darían en caso de que, como en Alemania, el partido mayoritario gobernante les
retara a mojarse ofertándoles la solución de gobernar en coalición con ellos
dada la relación de fuerzas en el Parlamento. Por tanto, todos los políticos
contentos, cada uno de ellos cómodo en su sillón, mientras los ciudadanos
estupefactos sufren el caos en que les han metido sin certeza alguna de que sus
gobernantes estén interesados en dejarse algún pelo en la gatera en la búsqueda
de una solución viable, sólida y estable para sacarles de este maldito
infierno. Al contrario, desde el Gobierno, que es el principal responsable de
la situación, son incapaces de afrontar con seriedad las graves discrepancias
internas, creyendo Moncloa que la “fragilidad” de Iglesias afianza la
coalición, mientras el Vicepresidente sigue a la suya atacando a la prensa,
exhibiendo su machismo congénito y su populismo demagógico y aprovechando las
presuntas conductas delictivas de Don Juan Carlos para arremeter contra el
modelo de Estado acordado en 1978, la Monarquía Constitucional actual, con la
pretensión de que en medio del caos se introduzca en el peor momento para
España un debate público sobre Monarquía o República que inevitablemente
conduciría, en el mejor de los casos, a una reforma constitucional de
envergadura que, en todo caso, para tener éxito requeriría una mayoría
parlamentaria cualificada imposible de materializarse con el actual atomizado
Congreso de los Diputados, y en el peor de los casos nos llevaría a un
enfrentamiento político y social de imprevisibles consecuencias, muy
inconveniente en el actual escenario de crisis que vivimos y cuando no son
capaces nuestros gobernantes de ponerse de acuerdo ni siquiera para intentar
solventar conjuntamente la salida de una enorme crisis, que, entre otras cosas
requiere...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/).
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