Con un discurso
antisistema contra el modelo democrático y a favor de dictaduras populistas
como la venezolana, se abre paso el actual partido Unidas Podemos, surgido en
definitiva del conocido Movimiento 15-M o “de los indignados” de 2011, que,
aprovechando el descontento generalizado de la población, acampa y ocupa las
plazas de diferentes ciudades españolas para promover, según ellos, una
democracia más participativa, que se aleje del bipartidismo PP-PSOE, del
dominio de bancos y corporaciones, para instaurar una “auténtica división de
poderes” y, en definitiva, mejorar el sistema democrático. Los distintos
colectivos participantes en aquel movimiento y en una España sumida en plena
crisis desde 2008, venían a sostener en sus distintos lemas “no somos
marionetas en manos de políticos y banqueros” y apostaban por “democracia real,
¡ya!, no somos mercancía en manos de políticos y banqueros”, dejando bien claro
su aversión por la política y la banca y su rechazo a nuestro sistema por no
ser verdadera democracia, mientras, paradójicamente, se iban formando desde el
movimiento nuevos partidos, como Podemos en 2014, con el objetivo de finiquitar
nuestro sistema, dominado por la “casta” (es decir, todos los instalados en el
sistema), y sustituirlo por otro auténticamente democrático, sin especificar
exactamente en qué se trataría, aunque las simpatías de sus dirigentes por
populismos autoritarios, como el venezolano, dejaban claro por donde irían los
tiros. Un hábil y demagogo Pablo Iglesias con un grupo de colaboradores se hace
con el liderazgo del partido, que alcanza cierto éxito electoral, y, tras
depurar a quienes no comulgan con su discurso, es hoy el indiscutible dirigente
de Unidas Podemos. Hoy, instalado plenamente en la “casta” y en el “sistema
democrático” que quería destruir, atraviesa, como Vicepresidente del Gobierno,
sus peores momentos, a causa del ya famoso “caso Dina” (investigación del robo
de una tarjeta de móvil de su excolaboradora), al haber pasado Iglesias de ser
perjudicado a posible investigado en el “caso Villarejo”, cuando en campaña
electoral denunciara una trama orquestada por las cloacas del Estado para evitar
que UPodemos llegase al poder. Y es que, a medida que avanza la investigación
sobre el robo de la tarjeta de Dina, lo que más parece es que las cloacas no
están en el Estado, sino que las cloacas están en el mismísimo Pablo Iglesias,
quien ahora, al salirle el tiro por la culata en el “caso Dina”, sostiene que
las cloacas del Estado, que en caso de ser ciertas no impidieron su acceso al
Gobierno, lo que tratan es de echarlo del Ejecutivo. Lo cierto es que, para
tramar la estrategia de Iglesias en el “caso Dina”, según conversaciones
telefónicas entre abogados de Podemos, “en el
partido quieren montar la película del robo del móvil; estamos locos” y
que aunque su responsable jurídico quiso evitarlo no pudo, pues “ha visto en el
caso Tanden la gallina de los huevos de oro para abrir una causa general contra
el Estado”. Y es que ahora resulta que la tarjeta robada la tenía el propio
Iglesias. Para colmo, el hoy Vicepresidente justifica su actuación en el “caso
Dina” en que la eurodiputada era “una mujer de veintipocos años” a la que tenía
que proteger, traicionándole, una vez más, su subconsciente machista disfrazado
de feminismo radical, lo que ha generado malestar entre las ministras del PSOE,
sus compañeras de Gabinete, lamentando sectores del mismo “la carga de machismo
que hay detrás” de sus palabras y que “Iglesias transmite una imagen sórdida
que a la gente le desagrada”. No obstante...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
No hay comentarios:
Publicar un comentario