Tras ser uno de los
destinos vacacionales preferidos a nivel mundial, esta España del desmadre
político, económico e institucional corre el riesgo de convertirse en el patito
feo de Europa, que se moviliza ante el temor a una segunda ola de coronavirus y
señala a España ante la manifiesta oleada de rebrotes y, sobre todo, por la
pésima imagen de descoordinación que estamos dando para atajarlo con cierta
coherencia, eficacia y credibilidad. Y es que en esta España de las CCAA cada
vez con más tendencias centrífugas, que amenazan directamente al Estado de
Derecho, y con el gobierno central más débil, pintoresco y problemático de toda
su historia democrática, enfrentado internamente incluso en asuntos básicos de
Estado, se hace cada vez más difícil confiar en la búsqueda de soluciones a los
problemas planteados, que no son pocos, mientras la ruina económica avanza a
pasos agigantados y el futuro se presenta cada vez más negro. Así las cosas,
Bélgica prohíbe viajar a Lérida y Huesca, Francia recomienda no viajar a
Cataluña, y Reino Unido se suma a la iniciativa de Noruega e impone de nuevo
una cuarentena de dos semanas a las personas que lleguen desde España a dichos
países, matando así cualquier esperanza de recuperación del turismo (uno de los
sectores vitales para nuestra Economía), justo cuando, con tremendas
dificultades y sacrificios, el sector intentaba levantar cabeza tras el
desastre sufrido por el confinamiento. España, por desgracia, ya es otra vez el
país de Europa con la epidemia más descontrolada, pues la incidencia se ha
triplicado en sólo dos semanas y registra ya casi un millar de nuevos contagios
en días consecutivos, sin que se vislumbre cualquier atisbo de solución a la
expansión de la pandemia. Entretanto, seis autonomías restringen la actividad
del ocio nocturno (la Generalitat cierra las discotecas y Madrid valora aplicar
más restricciones) ante el fuerte repunte de contagios, señalándolo como el
origen de los grandes focos, como el que ha llevado a volver a la fase 1 a
Totana en Murcia, mientras el Ministerio de Sanidad, que ha pasado de tener
todo el poder durante el estado de alarma a ser un monigote en la “nueva
normalidad” (yo la denominaría “vieja anormalidad”), reconoce una segunda
oleada tras dispararse los rebrotes, especialmente en Aragón y Cataluña, que
espera “días críticos”, cuando no hay ni rastro de los rastreadores (los focos
de los rebrotes sólo tienen un 10% de los rastreadores necesarios y cada vez
son más los infectados que relatan que nadie les contactó tras conocerse su
infección). Y mientras se espera como agua de mayo una vacuna, cuyos
fabricantes piden inmunidad en caso de que fallen, los presidentes autonómicos
califican de “desastre” la gestión sanitaria de Torra (Cataluña no comunica el
90% de las hospitalizaciones por coronavirus) y piden al Gobierno inoperante un
“criterio de país” ante los rebrotes, lo que, obviamente, para los radicales y
secesionistas que apoyaron la investidura de Sánchez suena a maldición
centralista, incluso para la parte gubernamental podemita que no está por la
labor de tocar ni un ápice las competencias transferidas a las CCAA, incluidas
las que, diseñadas constitucionalmente como competencias del Estado, fueron
transferidas irresponsablemente por gobiernos anteriores (tanto del PP como del
PSOE) a cambio del apoyo en Madrid de los nacionalistas (hoy independentistas),
haciendo imposible la viabilidad futura de este Estado de las Autonomías en que
se cuestiona ya casi todo, incluido el modelo de Jefatura de Estado, no ya sólo
por partidos secesionistas o antisistema ajenos a la gobernabilidad, sino
también por los populistas que cogobiernan con Sánchez, cuando entre todos
ellos...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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