jueves, 16 de noviembre de 2017

INDEPENDENCIA COMO CHANTAJE


                        Ahora resulta que, como si se tratara de un inocente e irresponsable juego de niños, la declaración unilateral de independencia no iba en serio y simplemente se trataba de un chantaje para poner en un brete al Gobierno de Rajoy y, ¡cómo no!, al Estado de Derecho, pues, según Junqueras en carta dirigida desde la cárcel de Estremera a los militantes de ERC, el Govern cometió errores de bulto como no haber previsto la “represión” que el Estado aplicaría contra Cataluña, pues “ingenuos, creímos que el Estado nunca no se atrevería a aplicar estos niveles de represión; o que la UE no permitiría que el gobierno del PP, en nombre de la unidad de España,  tolerase tantos golpes contra la ciudadanía”. Es decir, confundiendo “represión” con aplicación de la ley (no imaginaban que se llegaría a aplicar el 155) y confiando que la UE admitiese romper la unidad de España de forma ilegal, los líderes independentistas reconocen ahora que la declaración de independencia, “simbólica” para algunos, era totalmente inviable y por tanto no iba en serio ya que en el fondo era un mero chantaje para que el Gobierno de España cediera antes de atreverse a poner en marcha todos los resortes constitucionales y legales que la Constitución y la Ley contempla para defender el Estado de Derecho. Ya ven, la declaración unilateral de independencia ni siquiera era un fin, sino un medio, un arma arrojadiza utilizada hasta las últimas consecuencias, para buscar la rendición del Estado de Derecho si a sus gobernantes les hubiera temblado el pulso, tal como preveían; y todo ello, sin importarles para nada todo el daño social, político y económico causado especialmente a los catalanes, pero también al resto de españoles, y a las instituciones democráticas, no sólo a las españolas sino también a las europeas, que han sido sometidas (y lo siguen siendo) a tensiones innecesarias en detrimento de su credibilidad, para perjuicio de todos. Ahora resulta, en definitiva, que la entelequia soberanista era una broma de mal gusto, de muy mal gusto, y una temeridad totalitaria inaceptable, que la edénica república ni siquiera era real en la quimérica mente de sus promotores y sólo era una trampa mortal para hacer proselitismo entre los ingenuos, que llevaban razón quienes decían (contra lo que éstos sostenían) que la idílica república, en caso de ser viable, quedaría fuera de la UE y del euro, apenas sería reconocida por nadie, se produciría una desbandada de empresas, incrementaría los niveles de desempleo y traería la ruina a los catalanes. No en vano, y valga de ejemplo, ya de entrada, la pésima gestión del cesado Govern, basada en todo para el “procés” y nada para los más desfavorecidos, mientras despilfarraba en embajadas inútiles y en gastos propagandísticos, dejaba tirados a discapacitados, víctimas de malos tratos, ancianos e inmigrantes que llevan un año sin cobrar los más de 152 millones en subvenciones que les prometió Puigdemont, quien ahora, fugado de la Justicia, vive de lujo en Bruselas a costa de quién sabe qué, mientras... (sigue leyendo en

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