Mientras, a trancas y
barrancas, intentamos alcanzar la “nueva normalidad” en medio de una preocupante
crisis económica galopante, nuestros políticos, tanto los que gobiernan como
los que están en la oposición en los distintos ámbitos territoriales, incluido
el ámbito nacional español, nos brindan sucesivos indecentes espectáculos
políticos, preñados de descalificaciones mutuas y salidas de tono, cada vez
menos digeribles por la ciudadanía, que espera soluciones a los infinitos
problemas que padece en vez de refriegas propagandísticas con fines
electoralistas que sólo conducen a aumentar la incertidumbre y la inestabilidad
política tan perjudiciales para España en estos momentos. En efecto, en este
irresponsable proceder de unos y otros, en vez de buscar soluciones
consensuadas, sólidas y solventes, se busca el insulto y la descalificación
gratuita del oponente, envuelto en mentiras o medias verdades, para echarse
irresponsable y cínicamente en cara la culpa de los efectos trágicos de la
pandemia, incluidas las muertes, incluso olvidando que en el territorio
autonómico vecino, donde cuecen las mismas habas, es tu opción política la que
gobierna; en definitiva, un indecente comportamiento que hace imposible
cualquier necesaria y saludable investigación de posibles errores de unos u
otros en la gestión de la crisis con arreglo a las competencias que cada uno
tenga encomendadas. De ahí que, mientras en Francia o Italia las Fiscalías
correspondientes, sí investigan a sus gobiernos con absoluta normalidad, en
España cualquier investigación al respecto se convierte en una verdadera
odisea, al extremo de que aquí tanto la Abogacía del Estado como la Fiscalía se
oponen, por ejemplo, a la investigación sobre presuntas responsabilidades del
Delegado del Gobierno en Madrid sobre la permisividad de las manifestaciones
del 8-M, al extremo de que la jueza instructora, Carmen Rodríguez-Medel, ha de
plantarse ante las trabas de la Fiscalía rechazando suspender la comparecencia
del Delegado, imputado en principio por prevaricación, y teniendo que señalar
las “reticencias” del Gobierno a entregar la documentación solicitada por el
juzgado de forma reiterada o teniendo que defender el informe del forense (o el
de la Guardia Civil) ante los irresponsables ataques de la Abogacía del Estado
y la Fiscalía, quienes piden el archivo de la causa cuando debieran ser los más
interesados en esclarecer los hechos, pues “es clave a efectos de valorar si se
dictaron resoluciones a sabiendas de su injusticia” o no se dictaron. Un
informe del forense que, en principio, desarma a Illa y Simón, considerando que
“la hecatombe se veía venir” y acusándoles de “subestimar la gravedad” de la
epidemia y su “fulminante desarrollo” pese a las alertas, pues “las
declaraciones de Simón no se corresponden con la realidad….la crisis era
previsible para quien sabe de epidemiología” por lo que Illa debió aconsejar
cancelar las “reuniones masivas ya el 3 de marzo”. Obviamente la jueza, alabada
cuando instruía los “masters” supuestamente regalados a Casado o Cifuentes
mientras ahora la critican, acusa al Gobierno de entorpecer la investigación y
toma declaración al Delegado del Gobierno quien manifiesta que ni vio “riesgo”
en el 8-M, entre otras manifestaciones permitidas en esos días, ni nadie del
Ejecutivo le avisó al respecto, asegurando que “no había elementos para
prohibir el ejercicio de un derecho fundamental”, pese a las...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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