miércoles, 15 de enero de 2020

VARIAS VOCES PERO UNA MISMA PALABRA

                        Pedro Sánchez, tras anunciar una legislatura de “diálogo social y territorial” y advertir a Podemos de que “habrá varias voces en el Gobierno, pero una misma palabra”, deja más inquietudes que certezas pues si, como es lógico, esa palabra, al ser él Presidente, ha de ser la suya genera poca credibilidad, dada su, hasta ahora, tradicional incongruencia entre lo que dice y lo que hace, prometiendo cosas para hacer después las contrarias sin rubor alguno y sin dar ninguna explicación sobre sus permanentes rectificaciones y bandazos. Además Sánchez, fiel a su proverbial tendencia a romper con todas las tradiciones y usos (quiere pasar a la Historia como pionero en todo), se permite hacer un desplante al Rey no acudiendo a Zarzuela para comunicarle personalmente la composición de su macro-gobierno, el más numeroso de los países de la UE, limitándose a transmitírselo sin acudir al Palacio, una formalidad siempre observada por sus antecesores y que se ha hecho norma en democracia, y limitándose a comparecer durante diez minutos en Moncloa ante los periodistas sin admitir pregunta alguna, para presentar públicamente su mastodóntico Ejecutivo con 22 carteras y, entre ellas, cuatro Vicepresidencias, para subrayar su autoridad en un Consejo de Ministros, plagado de Ministerios, entre los que algunos no pasan de ser antiguas Direcciones Generales en anteriores  organigramas gubernamentales. Y es que nada mejor que diluir el poder entre muchos para monopolizarlo más fácilmente desde la Presidencia y su entorno; y, por si no fuera suficiente, nada mejor que dotar a su Jefe de Gabinete, Iván Redondo, que, tras la celebración del primer Consejo de Ministros asume el control total del mismo con su “superjefe”, quien le convierte en verdadero “número dos” de facto, aunque no rendirá cuentas al Congreso, ya que concentrará y coordinará el mando sobre Comunicación, Seguridad Nacional o la Oficina Económica, un todopoderoso fontanero que para algunos ya es el superministro número veintitrés y que, como mano derecha de Sánchez, no sólo quiere una palabra entre varias voces sino que prefiere una “única voz” para evitar sorpresas. Un Ejecutivo dócil y sumiso que, frente a lo que se esperaba, prometió “lealtad al Rey” y a la Constitución con absoluta normalidad, salvo meros matices estéticos de origen (Garzón e Iglesias exhibiendo un pin comunista en la solapa) o referencias lingüísticas innecesarias a Consejo de Ministros y Ministras, que ya quedaban incluidos en la tradicional fórmula de Consejo de Ministros, o incluso sólo a Consejo de Ministras, que, en este caso al no ser el tradicional genérico para ambos sexos y excluir el masculino, hace difícil la coherencia para referirse, por ejemplo, a la Ministra Alberto Garzón o cualquier otro por ejemplo. En todo caso, fuera de anécdotas más o menos jocosas y de divertimentos lingüísticos absurdos más o menos graciosos, cabe tomar algo más en serio la decisión de la Ministra Irene Montero, esposa del Vicepresidente (¿o Vicepresidenta?) Pablo Iglesias, de excluir a los hombres, por el mero hecho de serlo, de los altos cargos de su Ministerio de Igualdad, que obviamente se convertiría en Ministerio de Desigualdad y Exclusión, con lo que volvemos a las ocurrencias y despropósitos de la época de Zapatero (recuerden las famosas ocurrencias y despropósitos de las célebres ministras Aído o Pajín, entre otras), al extremo de que la..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

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