Con lenguaje críptico
(no comprensible para la mayoría de las personas porque está hecho para ser
entendido por unos pocos) los españoles conocemos por fin el texto del acuerdo
PSOE-ERC, tras ser aprobado, como se esperaba, por el Consejo Nacional de
Esquerra (cínicamente, tras prolongado y concienzudo debate para llegar al
final curiosamente casi a la unanimidad, con el “sí” del 96´5% de los
asistentes), dando así los republicanos el visto bueno con su abstención a la
ansiada investidura de Pedro Sánchez, que ya tiene su regalito de Reyes,
después de que Batet con precipitada e injustificada urgencia decidiera
convocar insólitamente el Pleno del Congreso para sábado y domingo con tal de
que Sánchez pueda exhibir, como el resto de niños del país, su regalito,
probablemente envenenado, el próximo día siete de enero. Un acuerdo tramposo
plasmado en un texto criptográfico milimétricamente calculado y suficientemente
ambiguo para que cada quien pueda entender lo que más le interese y venderlo
mejor a sus respectivas clientelas con el objetivo de seguir mareando la perdiz
sin entrar de pleno en el meollo de la cuestión al omitir términos
fundamentales como “Constitución” o “referéndum”, que sustituyen por sinónimos
más difusos como “ordenamiento jurídico democrático” o “consulta”
respectivamente, cuando socialistas y republicanos saben perfectamente que, por
muchas vueltas que le den, antes o después habrá que afrontar en términos
concretos el peliagudo asunto de si la soberanía reside en el pueblo español,
como dice la Carta Magna, o en una parte del mismo, en este caso, en los
catalanes, para decidir el destino futuro de uno de los territorios, en este
caso Cataluña, que conforman el Estado Español. No obstante, el ambiguo texto
acordado no tiene desperdicio, fija la creación de una mesa bilateral
negociadora de diálogo “entre gobiernos”, que se reunirá quince días después de
la formación del gobierno social-populista, en la que “no habrá más límites que
el ordenamiento jurídico democrático”, que, según ERC, va más allá de la
Constitución, y cuyas medidas acordadas se podrán someter a “consulta a la
ciudadanía de Catalunya”. Ya ven, “Constitución” y “referéndum” desaparecen del
mapa y que cada quien siga jugando a la ambigüedad como mejor le convenga. ERC
avala así a Sánchez a cambio de una inverosímil negociación sin vetos y de que
se consulte a la ciudadanía catalana, que no española, sobre el “conflicto
político”, suplantando la Carta Magna y con el “único límite” del “ordenamiento
jurídico democrático” que decidan ambos gobiernos (el de España y el Govern de
Cataluña) de tú a tú, de igual a igual, a diferencia del resto de gobiernos autonómicos,
obviamente de rango jerárquico inferior en nuestro entramado institucional del
Estado…. No extraña pues que algunos, como Otegi, ya se pongan en fila para
pedir mesas negociadoras similares o que otros partidos regionalistas ya tengan
dudas de favorecer este privilegio de la Comunidad Autónoma de Cataluña
respecto a la suya propia, llamando la atención que presidentes autónomos
socialistas no pongan el grito en el cielo ante semejante agravio comparativo
con la Autonomía que dirigen. El pacto de investidura en definitiva consagra
una...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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