Tal como se esperaba
según los sondeos, el PSOE de Sánchez ha conseguido la victoria en las
europeas, y en las autonómicas y locales en casi todos los lugares, menos en
los territorios con altas dosis de nacionalismo, como Cataluña y Euskadi, donde
los ultranacionalistas se han hecho con la victoria. Por tanto, se trataba de
ver no ya el triunfo sanchista, que todos daban por hecho ante la división del
centro derecha como en las generales, sino el margen que dicho triunfo le daría
para conformar gobiernos con IUPodemos (las mayorías absolutas son ya “rara
avis”), lo que, en definitiva, supondría una victoria contundente o una
victoria agridulce, como finalmente ha sido. En efecto, en el Ayuntamiento y
Comunidad de Madrid, convertidos en el máximo exponente de la disputa electoral
y donde el centro izquierda se presentaba tan dividido como el centro derecha,
el hundimiento de Podemos no llega para tener la gobernabilidad, lo que
ensombrece, sin lugar a dudas, el éxito electoral del sanchismo. En definitiva,
a efectos prácticos, el PSOE se impone en las elecciones pero las derechas, si
quieren, ganan Madrid, así como otros territorios de tradición popular, con lo
que España dice “no” a entregar todo el poder al sanchismo y a sus socios
populistas; o, dicho de otra forma, el PSOE gana en las tres elecciones pero la
debacle de Podemos le amarga el triunfo y le aleja de pactos con ellos para afianzar
más poder territorial. Con estos resultados Sánchez afianza su poder al
revalidar una victoria sin paliativos, tras la conseguida recientemente en las
generales; y Casado resiste gracias al regalo de Madrid y la recuperación de
parte del voto perdido con Vox, evitando que Rivera le dé el “sorpasso”, aunque
Ciudadanos sigue subiendo por más que no se hayan cumplido sus expectativa;
Abascal pierde fuerza, aunque, partiendo de mínimos, obtiene resultados nada
desdeñables; y Podemos se da un descomunal batacazo, que le deja sin poder de
decisión, al extremo de que donde han cosechado sonados triunfos, como en Cádiz
y Zamora, ni siquiera se presentaban con la marca Podemos, pues Kichi en la
ciudad andaluza lo hace como Adelante Andalucía reforzando la corriente
Anticapitalista contraria a Iglesias, y Guarido en la ciudad castellana
revalida la alcaldía con las siglas IU en vez de Podemos y lo consigue con
mayoría absoluta. Así las cosas, de cara a la gobernabilidad de CCAA y
Ayuntamientos toca pactar, sí o sí; y, obviamente, a modificar promesas de
campaña electoral más o menos temerarias o inviables para intentar conseguir
más votos….es decir, el manido “donde dije digo, digo Diego” con la esperanza
de que, si no se cometen demasiadas barbaridades, los votantes hayamos olvidado
las promesas falsas, los vetos inaceptables y los insultos innecesarios para,
de nuevo, confiar en dichos partidos a la hora de ir de nuevo a las urnas. Ya de
entrada, y cuando las obligadas negociaciones ni siquiera se han iniciado,
Rivera pasa del “no” a Sánchez al “ya veremos”, levantando el veto al líder
socialista y a Vox al asegurar que Ciudadanos decidirá sus socios para alianzas
en comunidades y municipios “caso por caso” para rentabilizar su condición de
bisagra en el que le han situado los votantes; Sánchez se muestra más...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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