Los resultados
electorales del 28-A obligan inevitablemente a pactar, sí o sí, tanto la
gobernabilidad de las Cámaras legislativas como la gobernabilidad del Estado,
y, tal como apuntan los sondeos, la de muchas Comunidades Autónomas y Ayuntamientos
después del 26-M, por tanto, toca pactar, lo que, en democracia no es malo, al
contrario, aunque depende del objetivo que pretendan los protagonistas de
dichos pactos, pues, si se trata de pactar proyectos y programas en beneficio
de la mayoría de ciudadanos, bienvenidos sean los pactos, pero si sólo se
pretende lograr la colocación de amiguetes mediante componendas y triquiñuelas,
como si se tratase de un canje de estampitas, mejor que se repitan los comicios
para ver si los españoles nos aclaramos de una vez y nos ponemos
definitivamente las pilas. De entrada, el anuncio por parte de Sánchez y su
entorno de designar a Miquel Iceta como futuro presidente del Senado, cuando ni
siquiera es senador y requiere previo nombramiento como tal por designación en
el Parlament de Catalunya, mientras el PSOE pacta una Mesa del Congreso sin Vox
ni ERC, decidiendo con Podemos un reparto en el que también han de estar PP y
Ciudadanos, no parece un buen comienzo para alcanzar pacto alguno, aunque
supongo que, pasado el cabreo inicial, y como hay otras muchas cosas que
repartir, las aguas volverán a su cauce. En efecto, aunque al inicio ERC
decidiera levantar el veto a que el líder del PSC presidiera el Senado y
previera votar a favor en el Parlament para designarlo senador, como inicio del
proceso, finalmente y de momento, el secesionismo se muestra partidario de
bloquear la elección de Iceta, tras conocerse el acuerdo sobre la Mesa del Congreso
sin ERC, PNV o Vox, por el que el PSOE tendría la Presidencia y Podemos la
Vicepresidencia, con lo que el veto de ERC a Iceta en el Parlament, al que podría
sumarse JxC y la CUP, echa por tierra las aspiraciones de Sánchez de colocarle
en tan alta designación. Por su parte, Génova, que quiere a Pastor como
portavoz del Grupo Popular, llegó a proponer en las negociaciones un pacto para
que repitiese como Presidenta del Congreso, lo que, obviamente no ha
prosperado. Toca pactar pues, pero para llegar a buen término se requiere que
cada quien asuma sus limitaciones con arreglo al resultado electoral obtenido,
pues desde la quiebra del bipartidismo ya no vale ganar unas elecciones, sino
la capacidad de negociación que cada grupo político tenga luego para conformar
mayorías en la Cámara Legislativa. Entretanto, el Supremo permite a Junqueras y
al resto de políticos presos por los graves hechos del 1-O, que han sido
elegidos como parlamentarios, asistir a la Constitución del Congreso para que
consumen su condición de diputados o senadores, pero sin que el juicio se
suspenda, como pretendían sus defensas, con lo que tras recoger el acta
seguirán en prisión hasta que se emita la pertinente sentencia, mientras tanto
la Junta Electoral prohíbe a Junqueras participar en los debates electorales del
26-M por razones de horario. Y mientras las empresas se llenan de estupor por
el giro separatista de la Cámara de Barcelona, quien más claro lo tiene es
Puigdemont que anuncia dejar la política catalana para ser eurodiputado,
afirmando que no volverá a presentarse a presidir la Generalitat (para eso ya
tiene a su testaferro Torra) ya que su intención es recoger el acta de
eurodiputado y quedarse en Europa….es decir..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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