Dice el refrán que
“quien juega con fuego se quema” y eso es lo que le está pasando a España desde
hace tiempo con el ilegal “procés” secesionista de Cataluña, al extremo de que
estamos a punto de quemarnos, si es que no nos hemos quemado ya. Ni los
sucesivos gobiernos que ha habido en España, ni los respectivos partidos que
los han sostenido, han estado a la altura de las circunstancias y, más
pendientes de las estabilidades gubernamentales o de los réditos electorales que
de la consolidación democrática, han ido alimentando la bicha nacionalista, hoy
convertida en monstruo independentista, a base de concesiones intolerables a su
insaciable voracidad competencial y a base de mirar para otro lado cuando,
rebasando dichas competencias, los gobiernos autónomos han ido saltándose,
intolerable e indecentemente, la legalidad vigente, actuado descaradamente al
margen de la Ley y socavando peligrosamente el Estado de Derecho. Al final, de
aquellos polvos, estos lodos, y hoy estamos abocados a afrontar un difícil
desafío totalitario, consolidado y plagado de demagogias, mentiras y verdades a
medias, que han ido calando impunemente en algunos sectores de la ciudadanía
gracias además a las interesadas ambigüedades sobre determinados conceptos y a
las equidistancias calculadas con los independentistas por parte de
determinados partidos democráticos, que, en vez de posicionarse clara y
contundentemente del lado de la democracia y la legalidad sin fisura alguna ni
resquicio para otorgar la más mínima credibilidad a los totalitarismos
secesionistas, prefieren anteponer sus intereses particulares al esencial
interés democrático general. Es inaplazable pues desenmascarar de una vez por
todas a quienes están firmemente del lado del Estado de Derecho y a quienes,
jugando al despiste, siguen alimentando el monstruo del independentismo
totalitario con inexactitudes demagógicas sobre procesos y conceptos básicos
que... (sigue leyendo en Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/)
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