La última incongruencia
del “nuevo PSOE” de Sánchez no tiene desperdicio. Ante la incomprensible
manifestación de uno de los alcaldes socialistas, el de Blanes, andaluz de
nacimiento y catalán de adopción, advirtiendo a su partido de “iré a votar
aunque me cueste el carnet” y sumándose así a otros ediles socialistas de siete
municipios que, desafiando a Iceta, respaldan de alguna forma el ilegal
referéndum, la dirección de Ferraz (la de los militantes) no sólo no les
corrige ni les sanciona sino que, además, por boca de su portavoz, Óscar
Puente, les avala ya que no ve “reprochable” que sus concejales participen en
la hipotética consulta ilegal del 1-O, aunque, por otro lado rechaza el
referéndum. ¿Alguien lo entiende? Es más, Miguel Lupiañez, que así se llama la
lumbrera que gobierna en Blanes, tras negar el voto al resto de los españoles,
que es lo que en definitiva se pretende con el ilegal referéndum, se pregunta,
como alcalde, “qué daño hace depositar un voto en urna” y se contesta que
“ninguno”, argumenta que, aunque se trata de “un referéndum ilegal” y la
actuación “debe ser contundente”, hay que poner límites ya que “no se trata de
un delito sino de una falta administrativa” y remata añadiendo que en Cataluña,
comparada con el resto de España, “se vive de otra manera” y que “pasa igual
con Dinamarca frente al Magreb, como España es distinta a Cataluña”, recordando
que nació en La Alpujarra y que a los ocho años emigró con sus padres. Vamos,
que le ha faltado decir, como en su día decía Jordi Pujol, que el resto de
españoles, especialmente los andaluces, respecto a los catalanes son unos
gandules que viven del cuento. Pero lo grave no es que este lumbreras diga lo
que dice y se comporte como se comporta, colocándose en el más patético
irrealismo, insultando a los españoles que no vivan en Cataluña como él y dando
una bofetada a los más elementales principios democráticos y socialistas; lo
grave es, sin lugar a dudas, que su partido, el “nuevo PSOE” de Sánchez,
justifique semejantes barbaridades, olvidando que, como alcalde, es una
autoridad, democráticamente elegida, y, como tal, no sólo ha de acatar la
legalidad establecida sino incluso defenderla. ¿Cómo se puede reconocer un acto
como ilegal y a su vez participar en él desde una perspectiva democrática?
¿Cómo puede avalarlo un partido con pretensiones de gobernar un Estado
democráticamente? ¿Con qué garantías dicho partido pedirá el voto a todos los
españoles, incluidos los catalanes, en las próximas elecciones legalmente establecidas
y convocadas en tiempo y forma? En fin, el “nuevo PSOE” de Sánchez, el de la
militancia, no da pie con bola y s.... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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