sábado, 28 de marzo de 2015

GIRO RADICAL EN EL ACCIDENTE AÉREO

                        Las primeras investigaciones del trágico accidente aéreo en los Alpes dan un giro radical a las primeras hipótesis sobre las causas del mismo. Ni fallos técnicos, ni errores humanos, ni fenómenos meteorológicos, ni atentado terrorista… simplemente que un demente pilotaba el A320, por extraño que parezca. Tras la salida del comandante de la cabina “cuando se quedó solo, el copiloto accionó el comando de descenso” y tal como queda grabado en la caja negra, tras dicha loca decisión, “se oye al capitán llamar a la puerta y exigir que le abra, sin respuesta” mientras “se escucha una respiración en la cabina hasta el impacto final”, por lo que el Fiscal concluye que el copiloto “tuvo la voluntad de destruir el avión”. Un descenso voluntario de diez minutos hasta estrellarlo contra un talud. El joven Andreas Lubitz, que así se llama el copiloto, tenía problemas psicológicos desde hacía tiempo y estaba de baja médica el día del siniestro, inhabilitado por tanto para volar, ya que el correspondiente parte médico, hecho pedazos, ha sido encontrado en su casa por la policía. Lo había ocultado a la empresa, para poder volar. Y mientras tanto se van conociendo más detalles sobre la biografía de Lubitz, y surgen más y más preguntas sobre si dicha locura se podría haber evitado. Según su novia con la que iba a casarse y que le había abandonado, hecho que agrava su ya inestable personalidad, y según testimonios de amigos y compañeros, el copiloto era un joven amable de clase media que desde edad temprana estaba obsesionado con volar, había interrumpido su preparación como piloto durante seis meses en 2009 por depresión, lo que, supuestamente, había superado después hasta lograr su objetivo, aunque tenía problemas  psicológicos desde hacía años, y ahora “sufría una grave depresión”. Ahora, cuando se conocen estos detalles, nadie se explica cómo es posible que la compañía no reaccionara ante este largo historial depresivo del piloto, cómo fue capaz de superar todas las pruebas para serlo y cómo nadie puso semejante cuadro clínico en conocimiento de las autoridades pertinentes. Es obvio que algunos controles han fallado estrepitosamente, desencadenando un debate sobre si urge que jamás quede sólo un piloto en la cabina durante el vuelo, si hay que endurecer las pruebas de acceso al pilotaje de aviones y los controles posteriores y otras tantas y tantas medidas tendentes a mejorar la seguridad de los pasajeros en el medio de transporte más seguro que existe. Al final, obviamente, todo es mejorable, pues la perfección no existe, aunque, en todo caso, nunca se podrá evitar... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

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