Como era de esperar,
tras conocerse los resultados de los comicios en Andalucía, andan los diversos
partidos inmersos en todo tipo de sensaciones y movidas. Dejando a un lado la
excesiva euforia, a mi juicio, del PSOE por un triunfo con pérdida de votos y
un mantenimiento de escaños casi de forma providencial, lo que, en todo caso,
más que triunfo sería mantenimiento de la situación anterior, aunque siempre
cabe aquello de “mal de muchos consuelo de tontos”, el resto de partidos, bien
por perder estrepitosamente, bien por no conseguir las expectativas de voto que
se habían hecho, andan enredados en un desasosiego, salvo Ciudadanos
probablemente. En efecto, en el PP, obligado a replantearse su estrategia de
cara a lo que se avecina, tras haber perdido medio millón de votos,
determinados dirigentes (Fabra, Feijóo, Aguirre, Sánchez-Camacho y
García-Margallo, entre otros) apuestan por cambiar de discurso ante las
elecciones de mayo, mientras Rajoy, que no hace autocrítica tras la estrepitosa
derrota, simplemente dice que “es el coste por las reformas para salir de la
crisis” y respalda a Moreno Bonilla, mientras Aguirre pide su dimisión,
desatando la preocupación y la tensión en Génova, ya que lo peor de lo peor es,
obviamente, no admitir errores. En IU un mero reconocimiento del fracaso y poco
más. En Podemos casi un silencio sospechoso tras bajar de las nubes en que se
habían subido, a pesar de los buenos resultados obtenidos, que según Bescansa
ha supuesto un paso importante pero no lo suficientemente largo para lo que
pretendían (al menos así sabemos que no son la voz del pueblo, sino la de menos
del 15% del mismo). Y en UPyD Rosa Díez se atrinchera y, a pesar de que dos de
los cinco diputados dejan la dirección del partido, dimitiendo cuatro
dirigentes del mismo, sigue empecinada en su proyecto personalista que, al
final, acabará con ella. Entretanto Susana Díaz mantiene que ... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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