Por decisión personal de Susana Díaz, que había
heredado un sólido gobierno pactado con IU, tras la dimisión de Griñán en
agosto de 2013, quince meses después del inicio de legislatura, Andalucía está
inmersa en una campaña electoral anticipada cuando la legislatura andaluza, en
circunstancias normales, debiera haber durado hasta la primavera de 2016. Para
unos, un adelanto electoral innecesario que obedece más bien a intereses
estratégicos personales en clave interna de la propia Presidenta de Andalucía,
en su supuesta lucha por el liderazgo del PSOE con Pedro Sánchez, que a los
intereses generales de los andaluces; para otros, un adelanto inteligente ante
el peligro de que el arrollador avance de Podemos menoscabe aún más el
deterioro de un PSOE tras las elecciones locales, autonómicas y generales (en
caso de malos resultados electorales), lo que repercutiría negativamente en un
PSOE-A, bajo la espada de Damocles de lo que depare el avance de la
investigación de los conocidos casos de corrupción vinculados a la Junta de
Andalucía… En ningún caso pues una necesidad por cuestiones de
ingobernabilidad, aunque obviamente IU, ante un año tan electoral como éste, se
permitiera algún que otro gesto público de crítica para dar la imagen de
diferenciarse de su socio mayoritario en la Junta, que en ningún caso hubiera
supuesto la ruptura del pacto gubernamental. Por tanto, sólo los resultados de
estas elecciones andaluzas darán o no la razón a la decisión de Susana Díaz, al
margen de las razones por las que las adelantó innecesariamente en términos de
política general. Y, de momento, las encuestas configuran un panorama político
en Andalucía que genera ... (sigue leyendo en Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/)
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