lunes, 12 de octubre de 2020

ESTADO DE ALARMA EN MADRID

                             El varapalo del TSJ de Madrid al ministro Illa y su decreto, que obligaba a levantar los confinamientos decretados por Ayuso en la región, presagiaba una reacción del Gobierno de Sánchez, mientras Ayuso, tras obtener la razón jurídica al respecto, ofertaba un diálogo para salir de una vez por todas de este callejón político sin salida en que los desacuerdos incomprensibles Gobierno-Comunidad de Madrid les habían metido. En efecto, la Justicia anulaba el confinamiento de la capital decretado por Illa en vísperas del puente de octubre porque limitaba derechos fundamentales, Sánchez convocaba un Consejo de Ministros extraordinario para dar una solución a tamaño disparate, Ayuso y Almeida llamaban a la población a evitar desplazamientos y el Ejecutivo de la Comunidad proponía negociar nuevas medidas antes de que el Gobierno tomase una decisión al respecto. Todo un bochornoso espectáculo, impropio de políticos de altura, que llevaba a los ciudadanos madrileños (y de toda España) a cotas de incertidumbre insoportables. Y la decisión no se hace esperar: el Gobierno de Sánchez decreta el estado de alarma en toda la ciudad de Madrid (antes sólo tenían restricciones las zonas más afectadas por el coronavirus) y en otros ocho municipios madrileños. Una súbita comparecencia de Illa desvelaba que “la presidenta ha decidido no hacer nada; la paciencia tiene un límite” y, sin más, sin escuchar el plan de la Comunidad para afrontar la nueva situación, más de cinco millones de madrileños quedaban atrapados por un estado de alarma impuesto que, en definitiva, les condenaba a idénticas restricciones que las impuestas días antes por Ayuso para las zonas más afectadas por la pandemia, pero ahora afectando a todos los citados municipios y a la capital en vez de sólo a sus áreas sanitarias más castigadas. Así, un día después del varapalo de la Justicia al decreto de Illa, el Gobierno resolvía unilateralmente y en un santiamén lo que para muchos supone un rodillo inaceptable y un castigo a Ayuso por haber osado derrotarle en los tribunales y Madrid volvía a cerrarse tras una semana de verdadero caos político inconcebible en medio de una guerra de cifras sobre víctimas de la pandemia (para la Comunidad de Madrid las medidas autonómicas restrictivas sólo en las zonas más afectadas estaban dando ya resultados positivos; para el Gobierno de Sánchez la situación seguía siendo caótica, aunque Illa un día lo denunciaba y al siguiente manifestaba lo contrario). En todo caso, el estado de alarma en Madrid es un hecho y Marlaska despliega 7.000 agentes para controlar el cumplimiento de las restricciones e imponer las pertinentes multas a quienes las incumplan. Sánchez ha ignorado la llamada de Ayuso para una solución pactada y zanja el asunto decretando la alarma cuando tras la desescalada había dicho que simplemente lo respaldaría cuando las CCAA lo solicitaran. La desidia legislativa del Gobierno que había sumido al país en este caos jurídico tras acabar el anterior estado de alarma en toda España y dejar que las CCAA asumieran toda la responsabilidad de la gestión de la pandemia, aunque con el eufemismo de la “cogobernanza” (ya ven que de eso nada de nada), desemboca ahora en esta imposición del Ejecutivo pero sólo para la Comunidad de Madrid, donde se quejan incluso de que hay otras autonomías con parecidos datos de incidencia sin que la misma norma se les aplique. Ya ven, el peor de los caminos para atajar una pandemia que sigue “in crescendo” no sólo en España sino en toda Europa (el ritmo de contagios se acelera en Francia, Alemania, Reino Unido o Italia) y que con el baremo europeo quedaría toda España en rojo (sólo Asturias se salvaría del semáforo rojo europeo para las fronteras). Por su parte, los expertos califican las medidas implantadas de tibias y tardías (proponen limitar aún más los aforos, cerrar el interior de los bares y trasladar todo lo que se pueda a los exteriores), cuando más de 17.000 científicos y médicos de todo el mundo alertan de los efectos “devastadores” de los confinamientos y en un manifiesto abogan por proteger a los colectivos más vulnerables. Un estado de alarma en Madrid que Sánchez sólo podrá mantener durante quince días pues quiere evitar tener que llevar la medida al Congreso, donde no cuenta con los avales suficientes para prorrogarla. Madrid se cierra pese a ser, según cálculos comparativos, la novena en letalidad, la octava en contagios y la segunda en incidencia de casos de mortalidad, lo que revela que....... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

 

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