viernes, 10 de abril de 2020

LA PEOR DE LAS FORMAS

                        Con un balance de 152.446 infectados y 15.238 fallecidos (la peor tasa de mortalidad del mundo), así como 52.165 altas médicas (único dato realmente positivo) no se puede, ni se debe sacar pecho por parte de ningún Gobierno y, menos aún, cuando, siendo minoritario, comparece en el Congreso de los Diputados para pedirle a la oposición que le respalde una prórroga en el ya concedido “estado de alarma”, que le otorga plenos poderes, y para que apoye unos decretos socio-económicos unilateralmente aprobados en el Consejo de Ministros sin previa negociación. Que le pregunten a Rajoy cuando tuvo que afrontar la gestión de la anterior crisis económica, heredada de Zapatero y enmarcada en una crisis global, en medio de las lógicas críticas de la oposición de entonces (hoy en el poder) en aquellos momentos delicados, aunque no tanto como los de ahora. Ni aquella crisis, ni ésta, son imputables a los gobernantes de turno, a los que simplemente les toca gestionarlas, con aciertos y errores como es lógico, siendo siempre los gobiernos gestores los principales responsables de la gestión y de la habilidad para concitar consensos necesarios y amplios respaldos, que faciliten la salida de las crisis de la mejor manera posible. Para ello se requiere autocrítica (ningún gobierno es perfecto) y asumir las críticas de la oposición (a veces exageradas, inconvenientes e incómodas), rebatiéndolas, en todo caso, respetuosa y razonadamente, desde la humildad y la serenidad, especialmente si, tratándose de gobiernos débiles y minoritarios, necesitan su apoyo para sacar adelante las soluciones que proponen. Pues bien, todo lo contrario de lo que acabamos de ver en el Congreso de los Diputados con motivo de la petición a la oposición por parte del Gobierno de Sánchez de respaldo a una nueva prórroga del estado de alarma, que el PP apoyaba, a unos decretos económicos, que el PP rechazaba, y a otros sociales, sobre los que el PP se abstenía, obviamente, todo ello sin renunciar a su derecho y obligación de criticar al Gobierno con mayor o menor dureza. En efecto, Sánchez y el PSOE optaron por la peor de las formas en el Congreso tendente a concitar ese respaldo parlamentario a sus propuestas y Sánchez, alardeando de su gestión sin autocrítica alguna, desafía a Casado, el líder de la oposición, mientras además le exige respaldo total a sus pretendidos “Pactos de La Moncloa”, para, seguidamente la portavoz parlamentaria socialista llamarle “indigno”, “desleal” e “incompetente”, provocando que el líder popular rechazara tajantemente dichos pactos porque “han dinamitado todos los puentes con sus insultos” y se limitara a apoyar la prórroga del “estado de alarma”, absteniéndose en las medidas sociales y rechazando las económicas, al extremo de que el Gobierno sólo logró sacarlas adelante con más abstenciones que síes. Mal asunto pues para la gestión de un Gobierno que, gracias a la oposición, consigue prolongar el estado de alarma hasta el 26 de abril, que anuncia en sede parlamentaria que seguramente tendrá que solicitar en su momento otra prórroga más allá de ese día y que tendrá que afrontar la gestión de una inminente crisis económico-social de consecuencias incalculables, que requerirá sin duda un consenso político-social y económico difícilmente asequible con estas formas inaceptables de tratar a una oposición que necesita dada su debilidad parlamentaria y el rechazo incluso de algunos de los que le auparon al poder. Sánchez optó erróneamente por...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

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