Menuda semanita llevamos
desde que acabara la Semana Santa y la industria y la construcción salieran de
la hibernación para incorporarse al trabajo en plena guerra por las mascarillas
y poder trabajar con unas mínimas condiciones de seguridad sanitaria. Y para colmo
el FMI, a quien líderes de América Latina urgen a dar un apoyo decidido, nos da
la puntilla vaticinando una hecatombe mundial a causa de la pandemia, dejando
como peor malparados a países como España o Italia, que no acaban de levantar cabeza. En efecto, el
FMI, que estima que el déficit en España se disparará al nivel que dejo
Zapatero, prevé un paro del 20´8% y una caída del PIB del 8% para este año,
siendo la recesión pronosticada para nuestro país la más acusada desde la
Guerra Civil, mientras la economía global retrocederá un 3% y la de la eurozona
un 7´5%, aunque, si la pandemia queda pronto bajo control, el crecimiento será
vigoroso en 2021. Un dantesco panorama que nos lleva a la época de la Gran Depresión,
ya que, a nivel mundial, sería la mayor recesión desde el crac de 1929, que tan
aciagas consecuencias trajo; asimismo advierte de que España e Italia tardarán
más en salir de la crisis que el resto de países desarrollados y que la
recuperación mundial se retrasará a 2021, siempre que no haya otro repunte de
la pandemia. España e Italia sufrirán daños más intensos, no sólo ya por sus
estructuras económicas, sino por haberse visto forzadas a tomar medidas muy
drásticas, algunas incluso algo tardías. Y en este siniestro panorama, nacional
e internacional, lo menos deseable son desencuentros políticos, titubeos e
improvisaciones, pues ningún gobierno por fuerte que sea puede sacar por sí
sólo a su país de semejante agujero, ni ningún país puede sacudirse las pulgas
sin contar con ámbitos internacionales más amplios. Lamentablemente no es el
camino que está tomando España, pues los desencuentros entre Gobierno y
Oposición son manifiestamente visibles, y los desencuentros entre distintos
ministros del Ejecutivo de coalición sufren del mismo mal. Valga como ejemplo de
lo primero la patética sesión de control al Gobierno en el Parlamento, la
primera desde que se decretara el estado de alarma, en la que Casado se planta
ante Sánchez, tachándole de “arrogancia” y un “insulto” por haberse enterado
por una rueda de prensa del Consejo de Ministros en televisión de que el
Presidente le convocaba a un encuentro para hoy sin consultarlo previamente con
Génova, con lo que el líder popular aplaza el encuentro para la próxima semana
“por sus mentiras” y exige a Sánchez que
se negocie “con luz y taquígrafos en el Congreso” ya que no se fía de él,
desligándose de momento de un gran pacto y abogando por acuerdos parciales. Por
otro lado, mientras VOX y la CUP se desligan totalmente de cualquier acuerdo
con Sánchez, PNV y ERC, que no lo descartan, asumen que no pueden cobrarse lo
pactado en la investidura y marcan distancias con los PGE. Y valga como ejemplo
de los segundo, es decir, de los desencuentros dentro del Ejecutivo (el enésimo
desencuentro) el asunto de la “renta vital mínima” que, entre tiras y aflojas,
parece que finalmente Sánchez, tras optar por el plan Escrivá y desautorizar a
Pablo Iglesias, rectifica de pronto y, como pretende éste, lo adelanta a mayo tal
como exige el líder de Podemos, al extremo de que el Ministro Escrivá dice
públicamente que....... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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