miércoles, 21 de noviembre de 2018

PRESTIGIAR LA JUSTICIA…Y LA POLÍTICA

                        El desprestigio progresivo de la Justicia y de la Política en España es un hecho incuestionable, siendo preocupante la devaluada talla de nuestros gobernantes y dirigentes políticos a la hora de afrontar y, sobre todo, resolver los graves problemas de los ciudadanos, que es para lo que, en definitiva, se les paga. El esperpéntico espectáculo de la renovación del CGPJ es el último capítulo bochornoso, protagonizado por la cuestionada ministra de Justicia, la socialista Delgado, y su antecesor en el cargo, el popular Catalá, es decir, del PSOE y el PP, con el beneplácito de Podemos, participante del grotesco reparto de vocales de tan alta institución, siendo Ciudadanos el único partido que se libra de la quema en este asunto al negarse a participar del banquete. En efecto, PSOE y PP, con el visto bueno de IU-Podemos, pactan renovar el órgano de gobierno de los jueces abusando, al menos en las formas, del cada vez más deteriorado mecanismo legal de elección de sus miembros que ha puesto en evidencia la intromisión “in crescendo” del Poder Ejecutivo en el Poder Judicial, manoseando de forma indecente la compleja y difícil separación de poderes que todo sistema democrático debe observar escrupulosamente si quiere no sólo parecerlo sino serlo. Y en España, desde que en los años ochenta se modificara el anterior sistema de elección de vocales del CGPJ (doce de ellos elegidos por los jueces, cuatro por el Congreso y cuatro por el Senado) por el actual modelo (diez propuestos por el Congreso y diez por el Senado, pero ninguno por los jueces –en cada caso, seis, entre jueces y magistrados, y cuatro, entre juristas de reconocida competencia- para que ellos en el pleno elijan luego al Presidente, quien presidirá también el Tribunal Supremo) y en ambos casos ratificados por las Cortes con una mayoría cualificada de tres quintos, la cosa ha ido de mal en peor, al extremo de que en la práctica la elección es entre el Ejecutivo y la Oposición, es decir, un reparto de vocales entre PSOE y PP (tanto monta, monta tanto), según el turno de gobernabilidad, cada vez más descarado e indeseable. Tan descarado e indeseable que, tras el pacto cerrado entre Delgado y Catalá (es decir, entre PSOE y PP, con la aprobación de Podemos), se filtra públicamente que el Presidente del CGPJ sería el juez Marchena cuando el pleno de vocales ni se había reunido para, como es preceptivo, elegir al Presidente, lo que, ante la opinión pública mostraba la docilidad de los miembros del Consejo a la hora de aplicar lo dictado por los dirigentes políticos proponentes…..desprestigiando más aún, si cabe, la ya desprestigiada Justicia. Pero, no conformes aún con semejante desvergüenza formal, dado que el pacto consistía en diseñar un Consejo con mayoría progresista de vocales y un Presidente conservador (lo que al final no convencía ni a tirios ni a troyanos), el portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó, se permite alardear en un grupo de WhatsApp con casi 150 miembros de su partido (seguramente para amortiguar las críticas internas a tan incomprensible pacto) de que controlaría “desde detrás” órganos clave del Tribunal Supremo, sumiendo en una...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

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