Mientras el Parlament de
Catalunya lleva varios meses cerrado (eso sí, todos sus miembros cobrando los
sustanciosos sueldazos que pagan los ciudadanos) y el Govern inoperativo, el
President (de los secesionistas, que no del resto de catalanes) Torra inicia el
curso político con un indecente e intolerable discurso fascista, no en el Palau
de la Generalitat, ni en el Parlament para que, en todo caso, la oposición pudiera
debatirlo con él, sino en un teatro, digno lugar para representar su farsa
totalitaria. En efecto, Torra, haciendo gala de su acreditado pensamiento
xenófobo, presenta su propuesta política y, ante la absurda e ilusoria oferta
de Pedro Sánchez de más diálogo y de un “referéndum” sobre el “autogobierno de
Cataluña” para apaciguarle, desprecia al Presidente manifestando, entre otras
lindezas, que “el referéndum ya se ha hecho” (en referencia al ilegal 1-O), que
sólo acepta pactar un “referéndum de autodeterminación” (sabiendo que sería
ilegal y que ni él ni el Presidente del Gobierno tienen competencia para ello,
tal como ya le dejó claro Rajoy), que no aceptará condenas a los “presos
políticos” y sólo aceptará su “libre absolución” (erigiéndose en juez único de
la situación y superando casi a los más perversos dictadores que en el mundo
han sido), y que su lema es “libertad o libertad” (cómo si los catalanes
estuvieran oprimidos) para luchar “como Luther Hing” (ensuciando con semejante
comparación, incomparable, la lucha de tan insigne personaje). Añade que valora
las “soluciones políticas” que propone Sánchez, pero las desprecia y llama
descaradamente a la lucha en la calle por los derechos civiles, por los presos
y por la república. Ya ven, ni siquiera la esperpéntica oferta de Sánchez de
votar un Estatut con artículos que tumbó el TC (asunto bastante peliagudo, ya
tratado por el PSC y apoyado sólo por Podemos), apacigua la voracidad
depredadora totalitaria de éste dictador, dispuesto a llegar “hasta el final”
en su desafío golpista, mientras avala que los CDR colapsen Barcelona y amenaza
al Estado manifestando “abriré las cárceles” si hay condena del Supremo a los
presos. ¡Pero quién se ha creído que es este personaje! En cualquier otra
democracia la repulsa enérgica a semejante golpista sería unánime por parte de
todos los demócratas, encabezada por el Gobierno y el resto de instituciones
del Estado. Aquí, no; cuando Torra, que como ciudadano puede decir lo que le
venga en gana, como gobernante de una de las instituciones del Estado, no sólo
está obligado como los demás ciudadanos a cumplir la ley, sino además a hacerla
cumplir. Sorprende y preocupa pues la
tibia respuesta a sus amenazas por parte del Gobierno de Sánchez, consistente
en ofrecer más diálogo, que, ya ven, el dictador rechaza salvo que sea para que
el Gobierno se someta y, como él, cometa ilegalidades flagrantes; sorprende y
preocupa que el Gobierno no se dé por aludido ante tamañas amenazas y sostenga
que “hay que seguir dialogando juntos”, cuando, ya ven, es mentira; y preocupa
y sorprende que el Gobierno minimice las amenazas públicas de Torra, diciendo
que..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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