Las picardías políticas,
en su acepción como habilidad para sacar provecho de ciertas situaciones,
forman parte esencial del juego político, pues, al fin y al cabo, todos los
partidos buscan como sea sacar ventaja y deteriorar al adversario con el lícito
objetivo de permanecer en el poder el mayor tiempo posible o llegar a él cuanto
antes. Se trata sencillamente de vender a los ciudadanos que tu opción, viable
o inviable, parezca mejor que la de los demás contrincantes para arrancarles el
voto…. y luego ya veremos. Pero las picardías políticas, que suelen favorecer
al más listillo (y no al más sensato), siendo incluso divertidas a veces,
pueden devenir en peligrosas si los gobernantes las usan rebasando las líneas
rojas de lo razonable o abusando de resortes legales democráticos, previstos
para situaciones excepcionales, al extremo de hacer de ellos el uso habitual en
la forma de gobernar para burlar o esquivar el juego parlamentario de mayorías
y minorías, lo que, en definitiva, supondría un verdadero fraude democrático y,
en definitiva, un deterioro de la democracia. Entre estos resortes legales
destaca el “decreto ley”, habitualmente denominado “decretazo” por los
políticos para indicar su carga peyorativa, que suelen utilizar con exceso los
gobiernos que carecen de amplias mayorías parlamentarias para hacer efectivas
en el Parlamento sus propuestas programáticas. Y, dadas las circunstancias del
actual Gobierno, con un manifiesto déficit de apoyos parlamentarios, el recurso
al “decretazo” como forma de gobierno se hace cada vez más preocupante, pues, salvo
que Sánchez entienda que anticipar las elecciones es el cauce más democrático y
favorable para los ciudadanos, si pretende agotar la Legislatura le quedan dos
opciones, a cuál de ellas peor: o gobernar por “decretazo” o dejar que pase el
tiempo sin gobierno efectivo haciendo gestos inocuos de cara a la galería. El
mismo Pedro Sánchez, que con toda razón arremetía contra los “decretazos” de
Rajoy, que también los hubo, y le recriminaba el “empleo abusivo” del decreto
ley, prometiendo que si llegaba al poder los erradicaría porque limitaban a las
Cortes, se erige ahora en el líder del uso del “decretazo” sin ruborizarse y
sin reparo alguno, superando ya en “decretazos” sólo en dos meses de gobierno
no sólo a Rajoy sino también a Zapatero (Rajoy aprobó cuatro leyes por esta vía
y Zapatero dos en este lapsus de tiempo), ya que, con el “decretazo” previsto
para exhumar a Franco, llevaría siete (los mismos que Aznar en 1996 en sus
primeros dos meses de gobierno). Donde dije “digo”, digo “Diego” sin importar toda
la carga demagógica de incoherencia política que ello supone, pero es que, si
el objetivo esencial es permanecer en el poder como sea y al precio que sea, no
queda otra: dadas las circunstancias, o gobierno con decretazos (supongo que
ahora serán tan perversos como los de Aznar, Zapatero o Rajoy) o ...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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