Ningún país de la UE,
ninguno de sus gobiernos, ningún partido político en Europa, ya sea desde el
gobierno o desde la oposición, debiera utilizar el problema migratorio como
arma política electoral arrojadiza ya que se trata de un problema cuya solución
trasciende la dimensión de un partido político, de un gobierno, de un país y,
si me apuran, de la propia UE que, en todo caso, debiera ser quien en su
conjunto y por consenso afrontara el asunto para suavizar, que no erradicar, la
inmigración en el área mediterránea al menos. La migración no es un fenómeno
novedoso y va ligado al hombre desde su aparición en la Tierra, siendo una de
las causas principales de evidentes cambios históricos y convulsiones sociales
y políticas a lo largo de la Historia (valga como ejemplo la caída del Imperio
Romano, con el colofón de la invasión violenta generalizada de los pueblos del
norte tras varios siglos de invasiones menores pero constantes que cada vez
hacía más difícil la paz en los límites septentrionales del territorio imperial
romano). Pero desgraciadamente, como en otros tantos asuntos, la UE carece de
una política migratoria común propia y, por tanto, cada Estado-miembro de los
que la conforman, cada gobierno nacional y cada partido político actúan al
efecto según les conviene, bien para ganar elecciones o para mantenerse en el
poder, conformando un enrarecido y peligroso ambiente de desencuentro en los
diferentes ámbitos, haciendo del disenso, cuando debiera ser del consenso, el meollo de la cuestión, mientras
a base de grandes dosis de demagogia cada vez proliferan más las peligrosas
actitudes xenófobas y los desencuentros a todos los niveles…. Y lo más
preocupante es que todos saben que la solución del problema no depende de
ninguno de ellos, aunque sus posicionamientos particulares, elevados a la
categoría de mágicas y falsas soluciones, les valgan interesadamente a todos y
cada uno de ellos para conservar sus apoyos electorales (y, por tanto, sus
supervivencias políticas) o para minar los apoyos del contrincante y,
conseguido el poder, defraudar a los electores de nuevo ante la imposibilidad
de materializar las demagógicas ofertas que previamente sabían inviables. Por
tanto, aunque sea insuficiente, cabe valorar positivamente (algo es algo) el
encuentro en Doñana de Sánchez y Merkel, para intentar reforzar en la UE lo que
algunos llaman el eje antixenófobo, por más que la posición geográfica de
España y Alemania permita distintas percepciones sobre el asunto, pues España,
al igual que Italia (cuyo gobierno se sitúa en las antípodas del gobierno
español) y otros países ribereños, forma parte de los países que, en pleno
frente migratorio, sufren diariamente las consecuencias más inmediatas de una
inmigración incontrolada e incontrolable. En todo caso, positivo que.... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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