Esto de la corrupción no
dejará nunca de sorprendernos. La astucia de los presuntos corruptos es tal que
ya ni siquiera puedes creer ni lo que ves. Imagínense un sindicato adalid en la
persecución de todo tipo de corruptelas, una especie de justiciero
recalcitrante que además con su propio nombre, Manos Limpias, deja bien claro
su objetivo antiséptico de chorizos y sinvergüenzas en nuestro país. Imagínense
además otra asociación altruista, Ausbanc, para defender los intereses legales
de los usuarios contra los abusos de las entidades financieras. En definitiva,
dos entidades volcadas a hacer el bien común para, respectivamente, proteger a
la sociedad de los elementos nocivos y perversos, y para defender a los más
débiles de los poderosos banqueros sin escrúpulos. Pues bien, mi gozo en un
pozo. Los dirigentes o mandamases de sendas organizaciones, Miguel Bernad y
Luis Pineda respectivamente, han sido detenidos, nada menos que por extorsión.
Tras su cara amable (como el “leninismo amable” que diría Pablo Iglesias) se
escondía una putrefacta realidad de corrupción al extremo de que Fiscalía
considera a ambas entidades “grupos criminales” establecidos para delinquir. Al
final Manos Limpias, autodenominada sindicato pero sin representación ni entre
los funcionarios ni en ningún centro laboral, era una fábrica compulsiva de
denuncias y demandas, personada en todas partes, que, presuntamente,
chantajeaba y extorsionaba a los demandados para, a cambio de dinero, retirar
las acusaciones. Y, al final, Ausbanc, aparentemente una asociación defensora
de los intereses legales de los usuarios financieros, era un negocio
consistente en plantar o no cara a los bancos a cambio de dinero. Chantaje y
extorsión eran sus especialidades delictivas, puestas de relieve en algunos
casos sonados como... (sigue leyendo en
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