El Secretario General de
Podemos, Pablo Iglesias, pide disculpas por personalizar en uno de los periodistas
sus críticas hacia la cobertura que realizan los medios sobre su formación
política, pero se reafirma en su idea de que los informadores están “obligados
profesionalmente a hablar mal” de su partido si es que quieren “prosperar” e
insiste que, al margen de la personalización en uno de ellos, él dice “la
verdad”. En efecto, Iglesias, tras criticar a los periodistas por “hablar mal
de Podemos”, intentando denigrar incluso a Álvaro Carvajal en un acto en la
Complutense, acusándoles de dar noticias falsas para “prosperar en sus medios”,
tras verse abandonado por los medios asistentes al acto, que abandonan el recinto,
y tras la oleada de críticas por el ataque a los medios críticos a su ideología,
pide disculpas por Twitter pero no se arrepiente obviamente de su modelo
ideológico respecto a la libertad de expresión y la relación de la política con
los medios de comunicación: “Siento haber ofendido y pido disculpas; no debí
personalizar, pero dije la verdad”, es literalmente la frase. Había asegurado
en su conferencia titulada “En defensa del populismo”, en la que finalmente se
quedó sólo, que “les veo con cara de miedo por primera vez a los periodistas”
tras intentar desacreditar las informaciones negativas de su partido y ante la
impotencia de amordazar a la prensa, poniendo en evidencia cuál es su modelo de
política informativa. Obviamente asociaciones de la prensa y partidos políticos
respaldan al informador agredido de forma tan sucia, mientras tanto, Podemos e
IU invitan a Otegi a hablar ante la Eurocámara. Parece increíble que el líder
de Podemos, surgido, al igual que su partido, del apoyo constante de
determinados medios privados de comunicación (la cuota de audiencia manda) casi
a piñón fijo diariamente y con las orejeras puestas contra otras opciones
políticas contrarias, arremeta tan cínicamente contra aquellos medios que en
una sociedad libre se permiten criticar sus proyectos o sus intervenciones,
incluso acusándoles, pero sin demandarlos judicialmente, de mentir
conscientemente. En definitiva, lo que hace Pablo, al margen de las disculpas
obligadas, es sencillamente exponer cuál es su verdadero modelo
marxista-leninista de entender la vida y las relaciones político-sociales
mediante un ataque de sinceridad imparable, un lapsus espontáneo que añadir a
su autoproclamado “leninismo amable” con el que ya intenta suavizar, para
venderlo mejor a quien quiera comprarlo, los ácidos perfiles del modelo totalitario
y liberticida que su ideología preconiza, justo para que... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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