jueves, 31 de diciembre de 2020

UN AÑO PARA OLVIDAR

                             Finaliza el 2020, un año para olvidar, no sólo en España sino en el resto del mundo, que ha zarandeado (y zarandea todavía) nuestras vidas a su antojo castigándonos cruelmente con confinamientos desesperantes, virus, crisis económica, angustia social y muerte, que nos obligaron (y nos obligan todavía) a vivir con distanciamiento social y restricciones en un excepcional estado de alarma, casi permanente, que cercenaba (y cercena todavía) las libertades y costumbres más arraigadas en nuestra sociedad, impidiéndonos incluso abrazar y besar a nuestros seres queridos o acompañarles a la hora de su muerte para despedirnos de ellos hasta la Eternidad. Un año, sin duda, para olvidar, que pasará a los anales de la historia con la denominación de “annus horribilis” engrosando así el nefasto grupo de anteriores “años horribles” pero con la agravante de que, en este caso, sus dimensiones devastadoras son globales y afectan a toda la Humanidad sin excepciones, sembrando de ruina, sufrimiento y muerte todos los lugares de la Tierra, llevándose de ella un millón ochocientas mil personas y siendo España uno de los países más golpeados. Es el año de la pandemia de Covid19, el origen de todos nuestros males. Por eso ningún gobernante cuyo territorio haya sido afectado por dicha pandemia, que son prácticamente todos, debiera sentirse satisfecho de su gestión por buena que fuera, ya que, ni en el mejor de los casos, se puede estar satisfecho cuando la ruina, la desolación y la muerte es el denominador común en los territorios que gobierna, cierto que en algunos peor que en otros. No se entiende pues que en España, uno de los países más afectados, el Presidente Sánchez, al despedirse de tan nefasto año, haga un balance positivo, casi idílico, de su gestión en su rueda de prensa en Moncloa, cuando, como gobernante, ha sido incapaz de concitar el más mínimo acuerdo con la oposición para afrontar tan caótica situación con mayorías cualificadas, prefiriendo imponer a trancas y barrancas las decisiones de su gobierno de coalición minoritario, no exentas de polémicas y contradicciones entre sus propios socios de gobierno, y, para poder sacarlas adelante, a base de peligrosas concesiones a quienes le apoyan desde fuera, sus socios externos, con posicionamientos políticos radicales, ultranacionalistas e incluso secesionistas, cuyo objetivo es sencillamente finiquitar el Estado español tal como está diseñado en la Constitución, coincidiendo con los socios de Gobierno comunistas y antisistema. Un improcedente balance de gestión propagandístico en una España casi rota en el que anuncia una “hoja de ruta” para la Monarquía del siglo XXI, asegurando que está en contacto con Zarzuela para impulsar una modernizadora Ley de la Corona, mientras Casado, jefe de la oposición, único que podría garantizarle la suficiente mayoría para hacerlo, se abre a apoyar dicha ley siempre que sea para reforzar la institución y no para cargársela, tal como pretenden los socios de Sánchez con el objetivo de establecer una República. ¿Apostará Sánchez finalmente por un necesario consenso con Casado para reforzar la Corona frente a sus socios, que pretenden todo lo contrario, o seguirá optando por apuntalarse en éstos para conseguir escasas mayorías a cambio de cesiones incluso peligrosas para la estabilidad del Estado de Derecho? De momento de lo que se tiene certeza es de su apuesta por indultar a los líderes del ilegal “procés” secesionista, dando a entender en su idílico balance de gestión, que los indultará, allanando el camino con el argumento de que “nadie está libre de culpa en Cataluña” con lo que, al final, coincidiendo con las tesis de Podemos y los secesionistas, va a resultar que todos somos los culpables de que unos pocos, saltándose la legalidad vigente, decidan finiquitar el Estado de Derecho imponiendo unilateralmente la independencia de parte de su territorio. Cierto, como dice Calvo, que la decisión de indultar es sólo del Gobierno y que puede ir en sentido contrario al informe fiscal, pero también es cierto que para ello se establece al menos el arrepentimiento expreso de quienes han de ser indultados, medida de gracia que, en todo caso, debiera ser excepcional y no aplicable por conveniencia política del gobernante de turno, cuando, por el contrario, escandalosamente, como recuerda el socialista García-Page, inquieto por el asunto como otros barones socialistas, no sólo no hay arrepentimiento sino que incluso Oriol Junqueras reaccionó diciendo “que se metan el indulto por donde les quepa”, advirtiendo el líder manchego de que si los indultados “volvieran al mismo camino”, como es previsible, sería un “ridículo histórico” del PSOE, cuando la propia...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/).

 

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