jueves, 10 de diciembre de 2020

ZAPATERO, CÓMPLICE DE MADURO

                             Cada vez se agranda más el misterio sobre las razones que tiene nuestro ex Presidente de Gobierno, Zapatero, para erigirse en defensor del dictador Maduro en Venezuela, cuando en la Europa democrática o en EEUU nadie apuesta por el autoritario régimen chavista, que no sólo ahoga las libertades en Venezuela sino que además condena al pueblo venezolano a la miseria y el hambre. Sólo desde postulados políticos populistas de izquierdas, como los de Podemos, filo autoritarios y antisistema, se puede entender el respaldo a un régimen como el impuesto en Venezuela por Maduro que acaba de erigirse en vencedor de unas elecciones sin oposición democrática y con una abstención masiva del 70% de la ciudadanía, cuyo resultado no reconoce la UE por falta de garantías, exigibles obviamente en toda nuestra cultura democrática occidental, mientras la oposición venezolana, que no participa en la farsa, lo ve como un repudio al régimen chavista. En efecto, Maduro, con una abstención record del 70%, se proclama como claro vencedor de una farsa electoral, sin concurrencia de la oposición, que le permitirá controlar la Asamblea, mientras el régimen, crecido por el indecente éxito fraudulento, desliza que va a por el Presidente encargado, Guaidó, quien denuncia el “fraude” a los cuatro vientos y, pleno de razones, acusa a Zapatero de ser “cómplice” del dictador por dar su aval “a un asesino de niños y violador de los derechos humanos”, mientras la UE, que no reconoce los resultados obviamente se da un mes de plazo para ver cómo actúa el dictador con la Asamblea saliente y con Guaidó, en tanto que  pide “elecciones libres y creíbles”. Para Guaidó, o para cualquier otra persona con mínima sensibilidad democrática, Venezuela le dio la espalda al dictador Maduro a pesar del chantaje o la amenaza previa de privar al pueblo de comida, trabajo o asistencia médica, con la compra de votos con bonos de cuatro euros, comida y gasolina para sacar adelante unas elecciones sin rival y si garantías de ningún tipo, salvo el aval de Zapatero, incomprensible desde cualquier punto de vista. ¿Acaso avalaría el ex Presidente español situación semejante en España? ¿Por qué lo que no vale para los españoles es válido para los venezolanos? Pero lo más grave no es ya la actuación personal de Zapatero, aunque como ex Presidente español debiera ser cuidadoso con algunas cuestiones en política exterior, que deben ser políticas de Estado; lo más grave y preocupante es que el Gobierno de España, en el que participa el filochavista Podemos, no denuncie estas fraudulentas elecciones en Venezuela, y, por el contrario, su ministra de Exteriores, Laya, pida incluso escuchar a Zapatero atentamente sobre Venezuela, sin censurar al insólito gran aliado de Maduro, afirmando que su apoyo al chavismo y los líderes populistas latinos “ni molesta ni interfiere” pues “no molestan en la UE”, que por cierto rechaza la validez de las fraudulentas elecciones. ¿Tendrá algo que ver en esto la presencia en el Gobierno del populismo podemita, conocido simpatizante y colaborador del chavismo? Ya sólo nos faltaba que a la preocupante existencia de dos diferentes gobiernos en uno en políticas internas, en las que siempre se impone Iglesias, España tuviera dos políticas exteriores distintas y contradictorias, pues nuestra carta de presentación a nivel internacional dejaría mucho que desear, dando como amigos a aquellos gobernantes de dudosa escrupulosidad democrática o simplemente dictadores declarados. No en vano hace unos días el líder de Podemos y Vicepresidente del Gobierno creó tensión con Rabat en torno al Sahara, por lo que ahora Sánchez se ve obligado a dejarle fuera del viaje oficial del Gobierno español a Marruecos, pues, al margen de las razones que se puedan tener para avalar moralmente algunos asuntos, como el del referéndum en el Sahara, que rechaza Marruecos, en política internacional son tales los intereses en juego que hay que ser muy prudentes desde los gobiernos para perjudicarlos innecesariamente salvo que se esté dispuesto a apechugar con las consecuencias de todo tipo que se deriven de las manifiestas imprudencias. Pero a Iglesias estas cuestiones le importan bien poco, pues cree que sus ministros, y él mismo, están bien blindados en Moncloa, recordando que, si hay cambios, sería Podemos quien decidiera sus carteras y no el Presidente del Gobierno, quien, por cierto, ve en EHBildu y ERC unos....... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

 

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